El deterioro avanza en una aldea quiroguesa que se va quedando sin vecinos
11 ago 2011 . Actualizado a las 10:54 h.La recóndita aldea quiroguesa de Cereixido se encuentra en el límite con la comarca ourensana de Valdeorras, rodeada de un extenso bosque de castaños que antaño fue una importante fuente de ingresos para sus vecinos. De aquí salieron grandes cantidades de castañas que se llevaban a vender en Quiroga y Vilamartín de Valdeorras. Pero eso era cuando el pueblo contaba con cerca de trescientos vecinos y cada uno de sus tres barrios tenía su propia cantina. En las últimas décadas, la emigración fue reduciendo cada vez más la población local, que hoy se limita a cuatro vecinos, todos ellos de edad avanzada.
El aislamiento que contribuyó a esta caída demográfica ayudó a que el pueblo conservase una interesante arquitectura tradicional de montaña. Pero desgraciadamente este patrimonio se ha ido deteriorando cada vez más y hoy más de la mitad de sus viviendas están en muy mal estado, algunas de ellas en ruinas. Es evidente que Cereixido no se benefició de ningún plan de restauración, al contrario que otras aldeas tradicionales de Quiroga y O Courel, como A Seara, Seceda o Froxán. No es difícil suponer que si no se toman medidas para remediarlo, dentro de algunos años la mayoría de estas construcciones serán irrecuperables.
Partidas de cartas
Los escasos vecinos de Cereixido se juntan a diario en la plaza de la aldea para charlar y recordar tiempos pasados. Las largas tardes de verano acaban con una amigable pero reñida partida de cartas con apuestas en las que unas piedrecitas reemplazan a las monedas. Una asidua de estas partidas es la señora Isabel, con 90 años cumplidos, que recuerda con añoranza los tiempos en que los vecinos del pueblo iban a comprar a A Rúa. El trayecto -mediante un camino que subía por la sierra de O Cereixido- era más corto que el de Quiroga.
En otro tiempo eran muchos los habitantes de Cereixido y de la vecina aldea de Fiais que acudían a la villa valdeorresa para proveerse de comestibles, ropas y enseres. Pero cuando se hizo obligatorio pagar las contribuciones en Quiroga y cuando mejoraron las comunicaciones con la capital municipal, abandonaron esa costumbre. «Os tendeiros da Rúa sentírono moito cando deixamos de comprar», dice la vecina. Cuando ella andaba por los 11 años también era habitual ir a O Barco a comprar roscones para el día de la fiesta. «Na aldea había fornos pero non sabían facelos», explica.
Además de recolectar y vender castañas, los vecinos de Cereixido también elaboraban carbón de uz, que en su mayor parte era llevado a lomos de burros hasta A Rúa. Hoy no parece haber muchas alternativas para reemplazar esas actividades económicas desaparecidas, aunque por el pueblo pasa un interesante itinerario de senderismo que cuenta entre sus atractivos con dos antiguos hornos de cal, unas sepulturas antropomorfas junto a la llamada Capela da Santa y un tejo centenario.