Estramonio: la droga de las meigas

sergio López LUGO / LA VOZ

LUGO

Aparecen en Lugo plantas de esta especie alucinógena, de actualidad por la muerte de dos jóvenes en una fiesta «rave».

26 ago 2011 . Actualizado a las 14:17 h.

Entre sus apodos están el de «Hierba del demonio» o «Revientavacas», su lugar de procendencia es México, y crece en zonas con mucho nitrógeno en el suelo. A menudo se pueden ver ejemplares de esta planta creciendo en zonas a medio afaltar. Sin embargo, el estramonio se ha hecho famoso a nivel nacional por la muerte de dos jóvenes el pasado fin de semana en Getafe. En Lugo, también hay ejemplares de esta especie.

Encontrarlos no es del todo fácil. Al tratarse de una especie exótica y hasta cierto punto desconocida, es difícil que el estramonio aparezca por los montes como los hacen las xestas o los tojos. En cambio, en la ronda de Fingoi, en Lugo, existen desde hace unos meses varios ejemplares plantados en una zona que había sido tratada con herbicidas. Los vecinos desconocen la procedencia de estas plantas que ya alcanzan el metro de altura (pueden llegar a medir 1,50 metros), sin embargo, la noticia de este fin de semana ha hecho que muchos se acerquen a observarlas.

Utilizadas en rituales

Entre sus propiedades, el estramonio aparece en los libros de botánica como una planta alucinógena. Se dice que las meigas en sus rituales ya la utilizaban para distorsionar la realidad. Con ella creían que podían volar y veían como todo lo que les rodeaba lucía una nebulosa de colores. Sin embargo, lo que en realidad sucede con esta planta es que, una vez ingeridas sus semillas, una especie de franja de colores nubla la vista y las ilusiones ópticas se potencian haciendo que todos los objetos pierdan nitidez.

A esto hay que sumarle que cualquier persona que la ingiera se vuelve fácilmente sugestionable. Es decir, su subconsciente se anula casi por completo y se convierte en una marioneta en manos de los deseos de las personas que le rodean. Algo que, cuando la ingestión supera los cincuenta gramos, lleva casi con total seguridad a la muerte. Como prueba, el caso reciente de Getafe.