Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Impaciencia al otro lado del teléfono

VIGO CIUDAD

«Imaginábamos que todo iría bien, pero nunca se sabe, no conocemos cómo respira esa gente», recuerda un familiar mientras calcula las horas del viaje de regreso

28 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Como los famosos. En las casas de Daniel y Rosa los medios hacen cola a la puerta. Ya ni llevan la cuenta de los periodistas a los que han respondido sobre el estado de sus padres, dos de los tripulantes del barco. La hija del patrón, Amadeo Álvarez, aún no se ha recuperado de la buena noticia y de la fiesta que ayer por la noche disfrutó para celebrarlo. «Todavía no lo he asimilado; ayer cuando la familia estaba en casa festejándolo yo seguía abajo, recibiendo a periodistas», asegura Rosa con paciencia.

A las múltiples visitas de familiares y vecinos preocupados se unió también la conselleira de Pesca, Carmen Gallego, que acudió a la casa ya que estaba en Baiona por un acto de la agenda.

Rosa se ha convertido casi en la portavoz de la familia, puesto que su madre está delicada de salud por el disgusto, aunque se encuentra ya mejor. Los siete días de espera han sido largos en la casa y hasta que no tenga a su padre con ella no podrá descansar tranquila.

Mientras sonríe hace cálculos de las horas para saber cuándo podrán tener a Amadeo de nuevo en casa. «Aún le quedan muchas horas hasta las islas y desde allí a España son unas diez. Luego los traerán a Vigo, así que imagino que hasta el miércoles, nada», señala la joven. Las mismas «cuentas de la abuela» echa Daniel Fernández, hijo de Ángel. Desde su casa en O Burgo (Baiona) afirmaba ayer que no tenían constancia oficial de los horarios de llegada. «Imaginábamos que todo iría bien, pero eso nunca se sabe, no conocemos como respira esa gente», recuerda con preocupación mientras acaricia a Jara, la perra de la familia.

Tensión

Al mismo tiempo que recuerda la angustia de los días pasados, que se hicieron más largos que las temporadas de cuatro meses que se pasa su padre en el mar, ofrece algunos apuntes del secuestro. «Al parecer, los primeros días los tenían muy controlados pero luego aflojaron un poco. Les permitían moverse algo por el barco y dormir en sus propias literas, aunque todo esto vigilados y con armas, claro», asegura Daniel, que habló aún ayer por la mañana con su padre.

Pese a las condiciones, asegura que toda la tripulación ha sido ya atendida por el personal médico de la fragata Méndez Núñez y los han encontrado bien. «Otro asunto es la situación de tensión que han vivido; tendrán que recibir apoyo psicológico porque las condiciones fueron muy duras», relata el joven, que espera a la llegada del marinero para recibir todos los detalles del secuestro. La misma alegría se contagió también a la casa de la familia de Cándido Senra, que ayer por la tarde se encontraba fuera de la vivienda. De igual modo que ocurrió en las viviendas de los marineros de Cangas.

Prudencia y expectación

Tampoco quiso entrar en detalles el cocinero del barco, Pablo Durán, que estaba de vacaciones y ahora de baja. «Solo tengo que decir que me alegro mucho por ellos», apuntó este vecino de Gondomar. Pese a todos los momentos de felicidad, la prudencia y la expectación son ahora las compañeras de los familiares, que el miércoles cuentan con despertar en Peinador de la terrible pesadilla en la que han vivido estos últimos siete días.?