La crisis fiscal lleva al estado de California a liberar 6.500 presos el año que viene

Victoria Toro

INTERNACIONAL

Aunque destina al sistema penitenciario más que a educación, está saturado

25 mar 2010 . Actualizado a las 09:27 h.

No hay duda de que estar en la cárcel es duro, pero si uno está en una cárcel de California, la cosa se pone peor. Aunque para algunos presos la situación puede cambiar y convertirse en inesperadamente beneficiosa. Y es que el gran estado del Pacífico atraviesa por una situación financiera desastrosa y sus problemas económicos también están afectando a la población reclusa.

Durante décadas, los expertos han debatido cómo disminuir el número de personas encarceladas en EE.?UU. sin llegar a ninguna conclusión que se decidieran a aplicar. Pero a partir del año próximo, California va a excarcelar a unas 6.500 personas. La razón no puede ser más simple: no tienen dinero para mantener a todos los presos que hay en el estado.

California dedica un 11% de todo su presupuesto al sistema penal, lo que representa unos 8.000 millones de dólares anuales, una cantidad mayor que la que destina a educación superior. Y es que ese estado tiene a 167.000 personas encarceladas.

Y esos miles de personas literalmente ya no caben en las instalaciones carcelarias con las que cuenta California. El estado hubiera debido construir nuevas prisiones, pero lleva meses intentando evitar la bancarrota, por lo que su situación financiera no le permite acometer nuevas y costosísimas infraestructuras.

Como no hay nuevas cárceles que acojan a los nuevos reclusos, el estado ha optado por hacinarlos en las existentes. Algunas de ellas tienen un 100% más de presos que los que están preparadas para albergar. Todas las cárceles del estado han debido habilitar parte de sus instalaciones como celdas y los gimnasios, y otras salas de esparcimiento se han llenado de literas.

Cuanto más superpoblada está una cárcel, más violenta se vuelve. Eso, unido a que una sentencia judicial obliga al estado de California a acabar con el hacinamiento y a que el gobierno californiano no puede dedicar más proporción del presupuesto a construir nuevas penitenciarías, ha llevado a las autoridades a planear como solución las excarcelaciones masivas.

Para hacerlo realidad están cambiando las leyes de libertad condicional. Lo cierto es que hasta ahora esas leyes eran muy estrictas. Por ejemplo, una persona que estuviera en libertad condicional volvía a la cárcel si se saltaba una de las visitas a su agente de la condicional. A partir de ahora eso no será así. Solo en el caso de que sea nuevamente condenada por otro delito, esa persona volverá a prisión.

Además, las nuevas leyes buscan fórmulas para reducir condenas. En los casos de delitos relacionados con las drogas, se ofrecerá a los reclusos programas de rehabilitación y la realización de trabajo social para que puedan abandonar el presidio antes de cumplir la condena íntegra.

Uno de los aspectos que estudian las autoridades judiciales californianas es alguna fórmula que les permita reducir la tremenda tasa de reincidencia de los delincuentes en ese estado, que se encuentra en el 70%, la más alta de todo Estados Unidos.

Pero las medidas impulsadas por el gobernador Arnold Swarzennegger no cuentan con el apoyo de todos. Mientras los expertos en política penitenciaria de todo el país miran interesados la experiencia californiana, algunos de los legisladores de ese estado se oponen a las nuevas medidas con el argumento de que la excarcelación de los presos representa un peligro para la sociedad e incluso luchan por ampliar las penas para los delitos más violentos.

Sin embargo, los sindicatos que agrupan a los funcionarios de las prisiones alertan sobre una situación que está al borde de estallar. Denuncian que su trabajo se desarrolla en entornos que cada día tienen más riesgo físico y piden que las excarcelaciones sean mucho más amplias de lo que planea el gobernador. En concreto, piden que se ponga en la calle a 40.000 presos en los dos próximos años.