El «milagro de los 33» cambia la imagen de Chile en el mundo
INTERNACIONAL
El rescate postergará la asociación entre el país andino y la dictadura de Pinochet
17 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.El éxito del rescate de los 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad en la mina San José, en pleno desierto de Atacama, ha significado para Chile una inversión publicitaria que no tiene precio para cambiar su imagen en el mundo. Para muchos analistas, lo ocurrido esta semana puede alterar de hecho la percepción internacional del país andino, postergando a un segundo plano la asociación de Chile con la tenebrosa dictadura de Pinochet que hasta el día de hoy le ha acompañado ante los ojos de otros países.
Prácticamente sin excepción, los mandatarios de todo el orbe expresaron su admiración y respeto por la organización y el despliegue técnico de una operación que ha marcado un hito en la historia de la minería mundial y que va a cambiar la idea del país ante los ojos del mundo. No sin motivo. Operaciones como la realizada solo son posibles en países que cuentan con un gran desarrollo tecnológico y humano respaldado por una sólida economía.
Chile cumple con estas premisas. Es un país minero, el primer exportador de cobre del globo, lo que le supone un 45% de sus exportaciones y la fuente principal de ingresos del país. Según el último informe del Foro Económico Mundial, publicado en septiembre, la economía chilena ocupa el puesto 30 entre los 139 países analizados a nivel mundial. Lidera el capítulo de competitividad de América Latina y el Caribe por delante de Brasil y Argentina, sus referentes en Sudamérica.
Referencia en el cono sur
Según el FMI, su economía crecerá este 2010 un 5%, por encima de lo calculado en abril. Esto se explica por los ahorros fiscales acumulados a lo largo de la última década, que permitieron a las autoridades aplicar un sustancial estímulo fiscal en el 2009 seguido por un programa de reconstrucción después del terremoto de febrero de este año.
Además, hay que destacar que desde enero de este año Chile es miembro de la OCDE, lo que lo convierte en el primer país de Sudamérica que integra este selecto grupo de países. De esta manera, se presenta ahora como un país de referencia en el cono sur. Las altas tasas de desarrollo que ha alcanzado lo sitúan a la cabeza de las economías latinoamericanas, lo que suma excelentes argumentos para la inversión extranjera.
Nada de esto es fruto de la casualidad. Para los expertos, la situación de la economía chilena está fundamentada en pilares como una democracia estable, protección de los derechos de la propiedad, transparencia de las instituciones, un marco de macroeconomía propio, acumulación de ahorro y un banco central autónomo, además de una legislación financiera equiparable a la de los países más desarrollados.
Sin esas condiciones, posiblemente no hubiera culminado con éxito el rescate, un plan coordinado por los propios chilenos, por sus técnicos, y apoyado por todo el país, que ahora le permite presentarse ante la comunidad internacional, pero sobre todo en Sudamérica, como un país capaz de enfrentar problemas de alta complejidad con una eficiencia a la altura de los países más avanzados.
Desigualdades sociales
Con todo, esta emergente y sólida imagen no puede ocultar debilidades estructurales que deben ser superadas. La baja efectividad de la educación pública pone en peligro, por ejemplo, la formación de profesionales que continúen el proceso de crecimiento. Según el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes de la OCDE, un 48% de los escolares chilenos está por debajo del nivel uno en un test de lectoescritura, con escala de uno a seis.
Otra de las debilidades que la economía chilena debe superar son sus escasas políticas en previsiones energéticas para los próximos años. En el plano social, debe frenar las grandes desigualdades en materia de renta y bienestar que la sitúan entre los países con peor distribución de la riqueza en América Latina.