El vicepresidente del centro gallego de Londres y el dueño de un restaurante en zona de revueltas nos cuentan cómo se viven en la ciudad.
09 ago 2011 . Actualizado a las 21:34 h.Jesús Ledo, un gallego residente -como otros cerca de 12 millones de habitantes- en la ciudad de Londres, ve su día a día marcado por las revueltas que están sacudiendo una de las principales capitales del mundo: «Ayer fui a cenar a una zona que se llama Clapham Junction, en el sur, donde hay muchos restaurantes, y, entre ellos, varios gallegos. Allí el destrozo era enorme. Al volver intentaba pasar con el coche y era imposible. En una esquina donde hay un cuartel de la policía aquello parecía una batalla campal. Un grupo estaba tirando botellas y quemando cosas. Habría como 50 coches de diferentes cuerpos policiales, con todos los policías acorazados con armaduras».
En la zona sur de Londres, en Croydon, Surrey, es donde tiene su restaurante, el Picasso, José Vidal, natural de Lalín. Ayer estaba en su restaurante por la tarde cuando vio que los negocios de su calle empezaban a cerrar. Su hijo vio en internet que había una manifestación en el centro de Croydon y que se encaminaba por su calle hacia el local. En ese momento también algunos clientes recibieron llamadas para avisarles, por lo que todos pidieron la cuenta y se fueron. El restaurante cerró a las 8:30 cuando habitualmente lo hace a las 23:30. Desde dentro del local escucharon pasar ambulancias y bomberos. Al salir para llevar a su casa a uno de sus camareros, ya que los buses no circulaban, su hijo ya vio acercarse un grupo de agitadores. «Venían siete u ocho enmascarados, con capuchas, y con bates y palos. Rompieron todas las cristaleras y arrancaban las vallas de metal. En las joyerías se lo llevaban todo e iban tirando las cajas al pasar». Él tuvo la suerte de que no rompieran su local, pero en el de al lado, el dueño salió con un machete y los jóvenes huyeron: «No se meten con la gente, solo quieren romper destruir y robar donde pueden». Los comerciantes defienden como pueden sus establecimientos, como nos dice José: «Lo de uno cuesta trabajo conseguirlo para que después te lo destruyan». Jesús habla también de otros restauradores: «Duermen en sus restaurantes armados».
Jesús Ledo vive en North Wembley, una zona a la que aún no se han extendido las protestas, pero en los aproximadamente siete barrios donde ya hay violencia la situación se está volviendo insostenible: «La gente está muy afectada. Los que viven en esas zonas, encima de los locales de las calles principales, se han ido a dormir a otros lugares por miedo a que ardan sus casas».
Pero el problema no está solo en estos barrios, como nos dice Jesús: «En Kensington, que es como la Castellana de Madrid, estos grupos entraron en restaurantes y robaron las carteras y los móviles a la gente que estaba en las mesas, y en un casino igual». El vicepresidente del centro gallego no cree que la gente de a pie viva estos acontecimientos como una protesta social. «No es una cuestión de crear opinión política», aclara Jesús, sino de pillaje y sabotaje. «Es un anarquismo liberal total».
No se explica cómo puede ser posible que esto haya surgido tan repentinamente: «El jueves por la tarde es cuando muere el chico, y todo comienza el sábado, con una protesta de la familia. Cogieron a la policía desprevenida, sin recursos. El domingo siguió y el lunes empeoró muchísimo». En esto coincide José: «Esto no es una reivindicación. Es una excusa para el vandalismo. La propia familia del chico asesinado dice que no quiere que lo ocurrido sirva como excusa». Jesús relata cómo actúan: «Durante el día todo está calmo, pero ya antes de anochecer dominan estos grupos. Empiezan como grupos pequeños, de 50 o así, pero luego se van juntando hasta llegar a ser 200 o 300. Lo primero que atacan son negocios, tiendas de ordenadores, de electrónica cara, de televisiones de plasma, de cámaras de fotografía y cosas por el estilo».
Después del susto en su local, José también fue testigo del pillaje al llevar al salir a medianoche en su coche por el centro: «La gente salía con carritos de supermercado llenos de plasmas y equipos de sonido, parecía que hacían la compra, y lo increíble era que la policía los miraba sin hacer nada. Salían con bebidas del Tesco (supermercado). Había alunizajes en tiendas de móviles, locales ardiendo. Después del pillaje les prenden fuego».
Repecto a la composición de los grupos, Jesús habla de lo que él mismo vio: «Muchos son chiquillos muy jóvenes, de 14 años o, incluso, de menos, de 12». José también los describe:«Son macarras. Gente joven, de 18 o 20 años, blancos y negros».
En la mañana de hoy, la normalidad era relativa donde José tiene su restaurante. El Picasso cierra los martes por la mañana, pero hoy por la tarde tiene pensado abrir, al igual que otras tiendas de su calle que ponían tablones en las ventanas, pese a que la circulación esta cortada. Eso sí con algunas reservas canceladas.