Con su desplante al Banco Mundial, Correa protagoniza una cita deslucida por la ausencia de once jefes de Estado, centrada en un tema ajeno a la agenda y que concluyó sin acuerdos relevantes
30 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Como si se hubieran puesto de acuerdo para una retirada masiva, la mitad de los mandatarios latinoamericanos faltó a la XXI Cumbre Iberoamericana que se celebró el viernes y ayer en Asunción, la capital de Paraguay.
Con más pasado que futuro, el foro al que sí asistieron el rey Juan Carlos, José Luis Rodríguez Zapatero y el primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, quedó casi vacío de sentido por la ausencia de once mandatarios de la región, muchos sin justificación de peso.
La cumbre estuvo dominada por un tema fuera de agenda: la crisis de deuda soberana que aflige principalmente a Europa.
La reunión culminó con una formal Declaración de Asunción sobre el lema de la cita: «Transformación del Estado y desarrollo». Pero los asuntos recurrentes fueron la crisis europea, las decisiones de la reciente cumbre de Bruselas y las expectativas en torno a la cercana cita del G-20 en Francia.
El anfitrión, el paraguayo Fernando Lugo, dijo que en estos momentos se impone una «nueva visión del Estado» para acortar la brecha social y dar respuestas a los ciudadanos.
La armonía se quebró cuando se anunció la intervención de la representante del Banco Mundial para América Latina, Pamela Cox. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, preguntó: «En un foro iberoamericano por qué tengo que escuchar las cátedras de la vicepresidenta del Banco Mundial, que chantajeó abiertamente a mi país», y después se retiró de la sala.
El mandatario recordó un episodio del 2007, cuando expulsó al representante del Banco Mundial de Ecuador, a raíz de que esa entidad decidió no otorgarle un préstamo de 100 millones de dólares ya aprobado en el 2005. Entonces Correa era ministro de Economía y luego, ya en el poder, aseguró que la decisión fue una represalia por reformar un fondo para el pago de deuda externa. «Esta señora me dijo: ??No le vamos a dar el crédito porque ha cambiado la política??», declaró Correa, exaltado.
Correa recibió el apoyo de su homólogo boliviano, Evo Morales, quien anotó que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional «algún día tendrán que resarcir los daños» causados a los países latinoamericanos «con las políticas impuestas» con el consenso de Washington.
Tras la tensión, Cox advirtió de que el riesgo de que el sistema financiero internacional colapse como en el 2008 aún no se ha despejado y que eso podría causar un fuerte impacto en América Latina. En ese sentido, el mexicano Felipe Calderón alertó de que el período de «vacas gordas» en América Latina puede «terminar súbitamente» si bajan los precios de las materias primas que exporta a Asia.
En un ambiente más distendido, Zapatero animó a los países «que tienen margen» para que pongan en marcha planes de estímulo «urgentes» y aprovechó para despedirse de América Latina. Destacó que en los últimos años la cooperación hacia la región se ha duplicado. Por su parte, el rey Juan Carlos defendió la aplicación de propuestas que aseguren una adecuada gestión de «lo público» para contar con Administraciones «transparentes y eficaces» al servicio de todos los ciudadanos y fortalecer la democracia.