¿Es inminente un ataque contra Irán?

Miguel A. Murado

INTERNACIONAL

A veces parece que se escuchan tambores de guerra y luego resulta un tam tam de rumores. Por Miguel A. Murado.

06 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

A veces parece que se escuchan tambores de guerra y luego resulta un tam tam de rumores. En los últimos días la prensa israelí no ha dejado de publicar noticias sobre preparativos para un bombardeo sobre Irán, así como rumores de la supuesta luz verde de la Casa Blanca. Si hubiese que fiarse de las apariencias, estaríamos encaminándonos hacia una nueva guerra.

Pero la coreografía es sospechosa. Si Israel se dispusiese realmente a atacar a Irán no haría tanto ruido, y menos aún en su propia prensa, que está sometida a censura militar. Se dice que esas informaciones procederían de antiguos jefes de la inteligencia israelí contrarios al ataque, y que el Gobierno habría ordenado una investigación de las filtraciones. Pero es más razonable pensar que esto no es un esfuerzo por dar credibilidad a la historia. Curiosa paradoja: Israel estaría actuando con suma torpeza, tanto si pretende atacar Irán como si no.

Pero, si no va a haber guerra, ¿a qué viene tanto redoble? Hay una explicación simple: dentro de unos días, la OIEA, el organismo de la ONU que vigila el programa nuclear de Irán, va a emitir uno de sus informes llenos de suposiciones y lagunas. Tel Aviv y Washington querrían caldear el ambiente lo más posible para que, cuando se conozca, su efecto sea más dramático, diga lo que diga el informe.

Solo estrategia

A pesar de las presiones de Israel, Estados Unidos no está dispuesto a iniciar su cuarta guerra en una misma década, y menos aún en plena crisis económica y a punto de entrar en año electoral. Pero sí quiere hacer aprobar nuevas sanciones contra Irán en la ONU, y si consigue asustar a la comunidad internacional lo suficiente con la inminencia de un conflicto, las sanciones parecerán una alternativa preferible. Es en esta estrategia de la tensión en la que hay que encuadrar episodios tan extravagantes como la supuesta trama iraní para cometer un gran atentado en Washington, revelada a bombo y platillo hace pocas semanas para desaparecer rápidamente sin que casi nadie se la creyese.

Mientras tanto, con toda esta nube de propaganda, es fácil perder de vista el asunto principal: con todo lo reprobable que pueda ser el régimen iraní en otros aspectos, el hecho es que no dispone de armas nucleares ni nadie cree que fuese a utilizarlas si las tuviese. La propia inteligencia norteamericana lleva años contradiciendo el alarmismo israelí, que en el fondo es impostado. Israel, que sí posee ilegalmente armas nucleares, no quiere ver amenazada su hegemonía militar en Oriente Medio, que le permite atacar a sus vecinos sin temer una respuesta. Por su parte, Estados Unidos tampoco quiere que su otro aliado en la zona, Arabia Saudí, pierda poder frente a Irán, un país que Washington no controla.

No es poca ironía que el programa nuclear iraní lo iniciasen los norteamericanos, en tiempos del sha. La República islámica lo paralizó, hasta que el ejemplo de Corea del Norte le mostró las ventajas de guardarse la carta nuclear. Hasta el momento, las amenazas no han tenido otro efecto que confirmarlo.

Los tambores de guerra caldean el ambiente para imponer nuevas sanciones