Antonio Llago, gerente de Gabadi, una de las firmas señeras de habilitación naval de Ferrolterra y socia de Galictio -un conglomerado de empresas que están ya efectuando obras en el mercado internacional-, lo tiene claro: «Hay que salir al extranjero a buscar el trabajo, aquí no lo hay». Pese a que la mayoría de las compañías auxiliares de los astilleros de la ría son pymes, la parálisis por la que atraviesa el sector a nivel nacional los ha llevado a dar el salto, en ocasiones en solitario y otras en consorcio, para asegurar su viabilidad. Su empresa, que hace unos días recibió la visita de autoridades mexicanas interesadas en conocer sus capacidades, ha sondeado en alianza con otras tres compañías de Narón las posibilidades del emergente naval latinoamericano.
Gabadi tiene presencia en Australia, explora negocios en México y no descarta hacerlo en Oriente Medio. Además, Galictio ha logrado un contrato en Uruguay, en donde fabrica varias barcazas para un armador local y negocia su entrada en el naval brasileño, aunque en este caso con más dificultades.
Antonio Llago, como el resto de los empresarios que se han lanzado a la aventura en el exterior, insiste en que lo hacen empujados por la falta de trabajo en el mercado nacional y augura un futuro a corto plazo muy negro para los astilleros de la ría. «Lo que pasa ahora mismo en Vigo va a pasar en Ferrol seis meses más tarde».
El gerente de Gabadi coincide con aquellos que sostienen que, como no se logren nuevas obras para las factorías públicas ferrolanas, estas tendrán que hacer frente a la peor crisis de su historia. «Antes, cuando no había trabajo en el naval, te podía salir obra en una parada en una central, en la construcción, o en el mercado energético, y así fuimos diversificándonos un poco, pero ahora no hay casi posibilidades en ningún mercado».