El grupo textil supera ya las 500 tiendas en China, donde opera con todas sus marcas
01 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando Inditex abrió su primer establecimiento en China continental, allá por el 2006, fue todo un reto. La inauguración de la tienda de Nanjing Road, una emblemática calle de Shanghái, salió bien (la verdad es que fue un éxito, palabra impronunciable de puertas afuera por parte de la cúpula de la multinacional). Sin más estridencias. Inditex se presentó en sociedad en el país más poblado del mundo cuidando hasta el extremo su estética. ¿Era una marca dirigida a los tres millones de millonarios chinos? ¿Con esos precios? ¿Eran su objetivo las clases medias?
Muy cerca de Nanjing Road se encontraba el gran mercado de las falsificaciones donde, al fondo y en todo lo alto, lucía un gran cartel que negaba la mayor. Pero lo cierto es que los dependientes de los barracones giraban una clavija y hacían que la estantería se moviera para dar paso a unas escaleras lúgubres, que unían el bajo con un pequeño desván donde estaban bolsos y relojes «exclusivos» de firmas de lujo. Ninguno de Zara.
Desde aquel 2006 mucho ha cambiado la situación. Este año, Inditex superará las 500 tiendas en China, donde opera con todas sus marcas. Los colores gris y azul típicos de los monos con los que vestían los trabajadores prácticamente no se ven ya por las calles. La sociedad se transformó, e Inditex la acompañó. El primer directivo de la compañía acaba de ser recibido por el ministro Zhong Shan, representante de China para el Comercio Exterior, y por Wang Ashun, alcalde de Pekín. ¿Cuál fue el motivo? Ninguno en especial. El encuentro se explica desde lo que en China se conoce como el feng shui, la energía que no se interrumpe, la magia de lo que fluye, los acuerdos, la buena sintonía personal. El Gobierno chino entiende que Inditex ya forma parte del país. Por eso la recibe con el protocolo debido.
Aseguran que Pablo Isla, presidente de la multinacional, sabe manejar la situación. A estas alturas, conoce a fondo el significado del feng shui, con sus mil y una variantes. En la China imperial este arte de entender la armonía se llegó a considerar un asunto de Estado. Las formas, el estar bien, las ubicaciones de los habitáculos de la casa, el movimiento cíclico del tiempo.
Oriente es así, y hay que entenderlo si se pretende tener éxito en uno de los mayores mercados del planeta.