Cuando cumplía un siglo, un emblemático edificio viveirense, situado en la calle Díaz Freijo, en pleno casco urbano, comenzó a desmoronarse. Después de desalojar viviendas y algunos negocios que podrían resultar dañados si continuase desplomándose, los propietarios contrataron a una empresa. Desde el día 25 de junio, está desmontando la fachada de ladrillos pieza a pieza. Sus previsiones eran rematar la retirada de la parte superior estos días. Optaron por no tocar la parte baja del inmueble, de piedra y que se alza a unos cinco metros de altura sobre el suelo.
De captar la atención ciudadana y mediática durante varios días, el inmueble construido para albergar un convento ha pasado al anonimato relativo en el que estuvo durante décadas. Hasta que una empresa lo adquirió, cuando su estado todavía no era tan ruinoso, con intención de convertirlo en un hotel con encanto. Ese proyecto quedó temporalmente aparcado. Ahora que se ha permitido desmontar la fachada, protegida por Patrimonio, queda por ver si se retomará la iniciativa.