Fue portero titular durante ocho temporadas en el Córdoba C.F. en 1ª División y jugó 98 partidos
05 sep 2016 . Actualizado a las 09:26 h.El mindoniense José Ramón García Fernández, hijo de un emigrante a Cuba, ostenta varios récords en el Córdoba C. F.. Fue su portero titular durante ocho temporadas (1962-1970) en 1ª División y el guardameta que jugó más partidos (98) en la máxima categoría. Vivió la edad de oro del club. Y participó en la primera retransmisión de un partido desde el Estadio del Arcángel.
Pero, sobre todo, logró un hito aún no superado en el fútbol español: con él en la portería, en la temporada 1964-1965, el Córdoba sólo dejó escapar tres puntos de su estadio y sólo encajó dos goles en su campo. Uno de ellos, por cierto, se lo metió un tal Di Stéfano al hijo del emigrante de Mondoñedo.
García había nacido el 15 de febrero de 1938. Era hijo de Valentín García Muiño, taxista conocido por Pedemonte, y de Rosa Fernández Insua. Su padre emigró a Cuba en 1923 y, a su regreso en 1932, compró para taxi un Dodge Broters con siete plazas y 22 CV, según el historiador García Doural. La iniciativa le resultó bien y en 1938 adquirió un segundo vehículo, un Ford, para incrementar su actividad.
El matrimonio tuvo tres hijos: Gonzalo, José Ramón y Luis. José Ramón era loco por el fútbol. A los 15 años ya jugaba con el Mondoñedo F.C. y a los 18 fichó, en la temporada 1956/57, por el Ribadeo C.F. que entonces militaba en 3ª División. En la temporada 57/58 fue contratado por el C.D. Orense, en la 1958/59 por el C.D. Lugo y en la 59/60 por el Racing de Ferrol que jugaba en 2ª División.
Ayudas a necesitados
En un partido que el Racing disputó con el Recreativo de Huelva para la Copa del Generalísimo, García fue observado por varios técnicos de equipos superiores. Acabó fichándolo el Córdoba C.F. debido al empeño de su entrenador, Roque Olsen, el argentino que había sido jugador del Real Madrid y luego entrenador del Elche, Zaragoza, Barça, Sevilla, Deportivo, Celta de Vigo y Las Palmas.
García jugó ocho temporadas en el club andaluz, con gran acierto deportivo. Pero su mayor triunfo lo consiguió fuera del terreno de juego. Fue tal su implicación en y con la ciudad que los cordobeses lo consideraron uno más entre los suyos por su gran calidad humana y personal. Logró el respeto y la admiración cuando, en sus últimas temporadas, en agradecimiento al club y a la ciudad, firmó su ficha en blanco para que la directiva pusiese la cantidad que creyera oportuna. A ese hecho siguieron otros de parecida guisa como destinar las primas obtenidas en los partidos a remediar carencias de familias necesitadas. Todo eso le valió el general aprecio y consideración de una ciudad en la que se le tenía por y donde vivió hasta su muerte el 22 de julio de 2004, a los 65 años, tras una larga enfermedad.