En las cuevas de O Rei Cintolo, una mezcla de aventura, naturaleza y lección de historia
A MARIÑA
Abel Vigo guió ayer a diversos medios y hosteleros en una incursión a las cuevas, ahora en esta nueva temporada
25 abr 2017 . Actualizado a las 13:43 h.Entre estalactitas y estalagmitas, pizarra y caliza, cual tarta helada tipo “contessa”, la visita a las Cuevas del Rei Cintolo consiste en vivir y sentir la fusión entre naturaleza, historia y aventura.
Estamos a 300 metros sobre el nivel del mar. Habitáculos como bocas con enormes dientes, zarpas o lenguas, con el único sonido de las gotas descendiendo, causantes de la creación de tan gran belleza a lo largo de miles de años.
Bajo las sabias directrices de nuestro guía Abel Vigo, que nos proveé de todo el material necesario, y bajo sus recomendaciones para salvaguardar tanto el tesoro natural como nuestra propia seguridad, accedemos por el nuevo sendero de madera recién estrenado, en pleno paraje natural, bordeando la ladera de la montaña y visualizando el antiguo camino, hasta llegar justo a la entrada de la cueva del Rei Centolo.
Nada más entrar apreciamos el cambio vegetal, el verde se termina, para dar paso a una serie de colores, donde predomina el marrón, el beige y el blanco. ¿Cal? ¿Salitre? No. Son micoorganismos varios con vida propia y constructores de esta maravilla. En la cueva existen algunos restos del paleolítico que corresponden a un varón de entre 25 y 35 años. También entradas esporádicas durante el medievo.
La vida minúscula de los microorganismos, las estalactitas y estalagmitas que crecen a un ritmo de un centímetro cada cien años, nos trasladan a otra época.
Lagos naturales, grietas por las que discurre dicha agua y que en su día, generaron los desprendimientos tan perfectamente segmentados que parecen haber sido cortados con una moderna radial.
Llama la atención de esta cueva el colorido que produce el agua sobre la piedra: grises vivos que evidencian el reciente desprendimiento (entendiendo como reciente no menos de 100 años), brillos plateados, o dorados tal pepitas de oro.
Accedemos de todas las formas posibles: de pie, ladeados, boca abajo, de espalda, gateando, con cuerdas.... Supone toda una aventura sumada a la experiencia grabada en nuestra retina, que no se cansa de fijar tantas líneas inimaginables a la hora de echar a andar nuestra imaginación. Que si un pulpo, que si una tarta, que si un balón, que si el pie de un dragón...
No hace ni frío ni calor, por lo menos en esta época del año. Por lo tanto, lo mejor es no esperar.
La oficina de turismo realiza unas tres visitas diarias, como mínimo con cuatro personas por grupo. Esta Semana Santa duplicaron las visitas con respecto al año pasado y al no dar abasto, a pesar de trabajar toda la Semana Santa, al ser un período muy comprimido, marcaron ya reservas para el verano. Visitantes de Castilla y León, Asturias, Madrid o incluso Andalucía ya conocen una de nuestras maravillas. Si faltas tú, ¡algo maravilloso te estás perdiendo!
La oficina de turismo organiza tres visitas diarias, mínimo cuatro personas por grupo