Los más modestos se ahogan por la falta de clientes y la subida de costes
17 mar 2013 . Actualizado a las 06:58 h.Durante muchos años, los hosteleros de O Grove y Sanxenxo concentraron sus esfuerzos en conjugar el verbo «desestacionalizar». El término no está reconocido por la Real Academia Española, pero aún así se convirtió en la palabra clave que llevaría a los negocios turísticos a estar abiertos todo el año. De un tiempo para acá, sin embargo, las cosas han cambiado. Ahora, el verbo que más se conjuga en las recepciones es «resistir». El sector da marcha atrás, vuelve sobre sus pasos y, a las puertas de Semana Santa, crece el número de establecimientos que se debate entre abrir sus puertas o dejarlas cerradas a cal y canto.
Algunos hosteleros ya han tomado la decisión de no descorrer el cerrojo. Suelen estar, por lo general, al frente de establecimientos pequeños, de tres estrellas para abajo, que tienen sospechas fundadas de que trabajar en Semana Santa no les ocasionaría nada más que gastos. De momento, no hay reservas y tampoco hay confianza en las que puedan llegar a última hora.
De eso la culpa la tiene la crisis económica que «ha acabado con la clase media». Así lo afirman, con rotundidad, en el hotel Cabo Festiñanza de Sanxenxo. El establecimiento ya no abrió el año pasado en estas fechas porque «no merece la pena», y este año ha decidido seguir el mismo camino. No es el único. El hotel que regenta Dolores Otero en O Grove es otro que pasará cerrado la Semana Santa. En la decisión tomada por la propietaria ha pesado, y mucho, la guerra de precios a la que, a su juicio, se ha visto abocado el sector. «Los hoteles de cuatro y tres estrellas han bajado tanto los precios que para a nosotros [de dos estrellas] no queda margen». Ni margen para llenar sus habitaciones -a precios similares, los pocos turistas que se esperan preferirán irse a hoteles de mayor categoría-, ni margen, tampoco, para bajar las tarifas.
Al presidente del Consorcio de Empresarios Turísticos de Sanxenxo, Francisco González, no le gusta hablar de «guerras de precios». Eso sí, reconoce que las nuevas tecnologías han cambiado totalmente el mundo de los hoteles, de las reservas y de las tarifas. «Los precios fijos han pasado a la historia», explica, y esa falta de estabilidad juega en contra de los hoteles pequeños.
Puestos a echar cuentas, estos establecimientos «pequeños y familiares» tienen que hacer frente a todos los gastos que implica volver a la vida tras el largo parón invernal. Francisco González calcula que, antes de abrir la puerta, un hotel con 50 habitaciones ha gastado ya una media de 5.000 euros. Y es que hay que acometer una limpieza profunda de todo el inmueble, lavar la ropa, revisar y poner a punto toda la maquinaria, desde la calefacción hasta la máquina del café o el grifo de la cerveza... Normalmente, esa inversión se realizaba con la alegría de ver iniciarse una campaña que no debería acabar hasta pasada la Festa do Marisco. Sin embargo, este año la Semana Santa llega muy temprano, y tras estas vacaciones aún deberán soportar los hoteles mucho invierno psicológico. Aguantar tantos meses abiertos sin tener un mínimo de ocupación resulta inasumible para algunos de los locales. Así que les toca seguir esperando al calor del verano.