La nómina de dificultades con las que el Liceo Casino se topó a la hora de organizar el Campeonato de España de Vela de la clase 420 ilustra perfectamente la paradójica relación que Vilagarcía mantiene con los torneos deportivos que salvan la cara y la cuenta de negocios y establecimientos hosteleros cuando pintan bastos.
Fuentes de la organización explican que los tropiezos fueron madrugadores, al impedir la policía portuaria que las furgonetas de los equipos accediesen al muelle de Pasajeros. Solo se permitió el paso de embarcaciones y remolques, pese a que en los vehículos rodados se guarda material imprescindible para la competición. De gran valor, por cierto. Las camionetas, en definitiva, tuvieron que permanecer en el aparcamiento de la TIR, que carece de vigilancia.
Por si fuese poco, la coincidencia de tres torneos al unísono privó al Liceo de vallas para acotar espacio en los muelles. El Concello no tenía las suficientes. Pero todo ello fue superado por la motora solicitada a la Autoridad Portuaria como embarcación logística. La institución confirmó su cesión para, el lunes de Semana Santa, revocar el permiso a raíz de un problema administrativo. El Liceo tuvo que recurrir a su platú, pensado para regatear, en absoluto para el trazado de ciertas maniobras. El caso es que, a raíz de este empleo forzado, el barco, que debe competir este fin de semana, ha sufrido desperfectos. Total, que el casco necesita ser lijado y pulido al completo, algo que empleará a tres personas durante dos días, con un gasto de al menos 300 euros. Un pleno al quince en el mar.