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Daniela encuentra en Alemania un hogar para 27 perros

AROUSA

Daniela Fischer, llegó ayer al refugio de animales de Cambados para llevarse a Alemania cuatro perras «de las que nadie quiere».
Daniela Fischer, llegó ayer al refugio de animales de Cambados para llevarse a Alemania cuatro perras «de las que nadie quiere». martina miser< / span>

31 oct 2013 . Actualizado a las 15:54 h.

No tiene varita pero hace magia. Que una joven de 30 años dedique sus vacaciones y su dinero a darles una vida mejor a unos perros que están en una jaula a miles de kilómetros de su casa suena a cuento de hadas, pero de cuento nada. Daniela Fischer estuvo ayer en el refugio de animales de Cambados para llevarse a Lasy, Guapa, Cuca y Marta. Cuatro perras de esas que nadie quiere adoptar, porque son viejas o porque están enfermas, para buscarles un hogar en Alemania, de donde procede. Antes fueron Kimba, Nelo, Pirata y así hasta 27 canes, que viajaron desde Galicia con los gastos pagados por la joven germana. Este último traslado le ha costado 320 euros -entre su billete y el de los animales- y ya ha reservado los dos próximos viajes para enero y mayo.

Colaboración de 3 años

Lo suyo no es solidaridad de un día. Lleva casi tres años colaborando con la protectora de Cambados, desde que estando en A Toxa vio un perro abandonado del que nadie se quería hacer cargo y al que ella tampoco pudo darle un techo porque sus caseros no se lo permitieron. Buscando una salida a la desesperada para darle un techo, dio con el refugio y desde aquel día ya no dejó de pasarse por allí a echar una mano siempre que puede. Daniela se encontraba entonces haciendo prácticas en un hotel de A Toxa, y así pudo perfeccionar su español, que domina a la perfección. Al cabo de seis meses regresó a su país llevándose dos perros, uno de los cuales vive con ella y el otro con una tía. A partir de ahí, fue un no parar. Siempre que tiene unos días libres -trabaja de lunes a viernes en una oficina- se va al aeropuerto y pone rumbo a España para recoger más perros que después entrega a amigos y familiares. Asegura que todos están perfectamente, y para muestra un botón. Cuando llega al refugio reparte las fotos de sus queridos perros para que Olga, Rosi y Daymer, entre otros, comprueben lo saludables y contentos que están. «Se llevó a Fiona, una San Bernardo con artrosis que nadie quería, y allí vive en un caserío con calefacción. Nosotros ya sabemos que cuando hay perros que nadie quiere, la solución es Daniela», cuenta la presidenta del refugio Olga Costa. Por eso la quieren mucho, no es para menos. «Es como de la familia. Aún me acuerdo cuando cogía el autobús a primera hora de la mañana desde O Grove para venir a ayudarnos al refugio».

La hucha

¿Y el dinero?, le preguntamos a Daniela. Dice que tiene una hucha en la que va guardando lo que gana por trabajar los fines de semana en una bodega. «Podría gastármelo en un coche, o en ropa o en cosméticos..., pero no tienes una vida», reflexiona. Y para ella la vida de los animales es muy importante. Sin ir más lejos se acaba de comprar una yegua que estaba condenada a convertirse en comida para animales así que tiró de sus ahorros y, gracias a su trabajo como voluntaria en el picadero, pudo salvarle la vida. No falta en su entorno quien le reprocha el esfuerzo que hace por los perros gallegos cuando en Alemania también hay animales sin casa. Pero, argumenta, los refugios de España no tienen nada que ver con los de allá. Allí viven en mejores condiciones que las que pueden ofertar las saturadas y precarias instalaciones de Cambados, «donde estamos trabajando bajo mínimos, y cuando hay un problema sin resolver todo el mundo nos llama a nosotros», relata Olga Costa. ¿Y qué opina una germana de que dentro de una misma Europa se dispense un trato tan dispar a los animales? «Es para llorar», se lamenta.

Con las botas puestas

Recién llegada del aeropuerto, Daniela se calzó ayer las botas y fue la primera en ponerse manos a la obra para limpiar y darles de comer a los perros y, casi sin tiempo para más, hoy volverá a coger el avión junto a sus nuevas amigas, de esas que cruzan las patas. Y es que, según comenta, los canes que salen del albergue de Cambados todos cruzan las patas, lo cual se ha convertido en una seña de identidad allá por donde van. Como esta tiene, en el refugio tienen muchas anécdotas que contar de sus queridos perros pero lo mejor, insisten, es la satisfacción de ver a sus peludos a salvo y la posibilidad de conocer personas de la pasta de Daniela.