Adelina se ha convertido en un referente del cultivo ecológico. Trata a las plantas con otras plantas y deja que sus productos crezcan sin prisa
19 ene 2014 . Actualizado a las 06:50 h.A Adelina Padín Fortes le cayó un día un portal en la cabeza. Fue al salir de trabajar en la cristalería en la que pasó treinta años de su vida. Aquel desgraciado accidente le cambió la vida. Pero también fue la excusa perfecta para que empezara a dedicarse, en cuerpo y alma, a su huerta. Una tarea que, hasta entonces, era solo una afición que le permitía abastecer a su vivienda. Hoy, esta grovense es todo un referente de la agricultura ecológica que imparte cursos y charlas. Practica la permacultura, que entre otras cosas establece que no se puede remover la tierra, y la biodinámica, que trata a las plantas con otras plantas. Y se dedica «desde que me levanto ata que me deito» a su huerta. Tanto, que teme que acabe convirtiéndose en una obsesión.
Sabroso no es un adjetivo que pueda utilizarse a menudo para describir a un limón. Pero sí para los que cultiva Adelina. Su secreto está en sus métodos de cultivo: la permacultura y la biodinámica. Dos sistemas que eligió porque «utilizan recursos naturais e permiten colaborar co medio ambiente», explica. A la agricultura la llevó su pasión por las plantas y los bichos. «Dende moi rapaza sempre me chamou moito a atención a natureza. Cando ía poñer patacas collía todos os bichos que atopaba e os metía nunha lata de membrillo e os gardaba debaixo da cama», relata. Pero «a vida faiche ir por outros camiños» y nunca pudo estudiar ni dedicarse a su pasión. «Dábame moita tristeza ir envellecendo e que se me pasara a oportunidade de adicarme ao que quería», añade. Un día, «marqueime unha meta e dixen que antes de morrer tiña que facer o que tiña pendiente», asegura.
Comenzó a cultivar su huerta como afición. Hasta el fatídico día en que el portal le cayó en la cabeza. «Empecei a dedicarlle o cen por cen do meu tempo á horta. Eran moitas as ganas que tiña acumuladas», asegura. El sistema de cultivo que eligió no incluye el uso de maquinaria «só utiliza as mans». Y desde entonces su huerto es su refugio. Ese lugar en el que pasa horas y horas cuidando, con un mimo exquisito, a sus producciones.
El perfecto equilibrio
Tiene una plantación de cien metros de largo en la que también hay animales. Conejos, gallinas y ocas conviven para generar un abono que, posteriormente, utiliza en su finca. «Ese combinado de estercos enriquece máis esa pequena dosis de nitróxeno que podo votar», explica. Y forman parte de una plantación en la que todo está en perfecto equilibrio. Porque de eso se trata. De buscar el equilibrio perfecto para que los cultivos puedan crecer con calma, tranquilos, absorbiendo todos los nutrientes y toda la riqueza que la tierra les aporta. «O equilibrio non se pode romper, porque se falta un recurso o tería que buscar en produtos que non podo utilizar», asegura.
Su huerto está lleno de hoteles para bichos, de botellas con feromonas y de mil y un sistemas completamente naturales con los que combate las plagas. La agricultura que practica es artesanal. Solo usa sus manos para plantar, pues no debe voltear la tierra. Y se sabe de memoria todas y cada una de las aplicaciones que tienen las plantas, que utiliza para cuidar de otras plantas. «A madreselva é a base da aspirina e é rica en silice. Se quero aportar eso á planta fago unha infusión e lla poño», relata. Y así mima a sus cultivos. Con infusiones que suplen todas las carencias.
A las cuatro de la madrugada
Su artesanía en el cultivo la lleva a levantarse a las cuatro de la madrugada en primavera para retirar a los depredadores. Caracoles y babosas que dañan sus cultivos. «Sorprendelos nese momento é importante porque podes darte conta de se hai unha plaga», explica. Lo hace con una linterna y con una paciencia infinita. Esa que también deja que un puerro crezca ocho meses en la tierra. Porque la paciencia es parte del secreto de su éxito. La culpable de que hasta sus limones sean sabrosos.