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Carmina Mazagatos deja Cambados. «Me cuesta pero yo tengo voto de obediencia», nos cuenta. Se trata de una de las cuatro monjas salesianas de la «casa», que siguen así la tradición que convierte a la villa del albariño en una de los baluartes de esta orden en Galicia. Carmina llegó hace nueve años y, desde entonces, se ha dedicado a los demás; bien sea atendiendo el ropero de Cáritas en la parroquial de Santa Mariña Dozo, bien sea dando catequesis de comunión. Sor Carmina acude allí donde la llaman y ahora su destino está en un colegio de Berja (Salamanca) con 200 niños, adonde se incorporará la semana próxima.
Antes, mañana a las siete de la tarde, Cáritas de Cambados le brindará su particular homenaje con un acto que pretende ser, sobre todo, una muestra de agradecimiento. «Yo no he hecho nada», apunta Sor Carmina un poco abrumada por las muestras de atención de que está siendo objeto en los últimos días. «La gente de Cambados es muy buena y muy generosa. Siempre me han tratado muy bien», explica. Y es que las Hijas de María Auxiliadora han tenido mucha implantación en el pueblo, adonde llegaron hace medio siglo formando a varias generaciones de cambadesas. Se fueron pero en los años ochenta regresaron para quedarse.
La marcha de esta burgalesa de 72 años que, puntualiza, no se siente mayor, deja un poco huérfana esta comunidad. La crisis de vocaciones hace mella y no es fácil encontrar reemplazo para las hermanas que fallecen o se trasladan. De modo que las salesianas de Cambados se quedan ahora en tres: Sor Laura, Son Ángeles y Son María Jesús, que seguirán prestando colaboración en las tareas pastorales y ayudando a quien más lo necesita. Y es que, según Sor Carmina, hay mucha más necesidad de la que se cree. «Por el ropero vienen muchos transeúntes pero en el pueblo también hay mucha necesidad», relata.