Un equipo de la Universidad de Vigo y las mujeres rurales rastrean la tradición alfarera de esta parroquia arousana
25 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Corrían los años cuarenta cuando cerró el taller del último louceiro de Bamio. No ha pasado tanto tiempo, y sin embargo la memoria de los alfareros de esta parroquia de Vilagarcía se ha ido desdibujando, como si sobre ella se hubiese extendido una densa capa de la arcilla que utilizaban para sus obras. Ahora, el Grupo de estudos de arqueoloxía, antigüidade e territorio de la Universidade de Vigo, comandado por Beatriz Comendador, y la Asociación de mulleres rurais de Bamio, han unido fuerzas para recuperar la memoria de una tradición oleira comparable a la que existe en Buño o Gundivós.
La idea de reconstruir la historia de los louceiros surgió al amparo de los petroglifos de Os Ballotes. Beatriz Comendador lleva años organizando visitas a estas joyas gravadas en piedra, y durante una de ellas tropezó con el recuerdo de aquellos viejos artesanos que fabricaban con arcilla todo tipo de utensilios. La chispa no tardó en prender: ella propuso revalorizar esa tradición, esa memoria, y la Asociación de mulleres rurais de Bamio abrazó con entusiasmo la idea.
Así comenzó el rastreo de elementos que permitan reconstruir una historia que el tiempo ha ido desluciendo. «Una de las primeras cosas que hicimos fue una sesión de diagnóstico. Ofertamos fotos, algunas piezas que conservábamos, y se las expusimos a los vecinos para dejarlos opinar», cuenta Beatriz Comendador. Y opinaron. Y se emocionaron. «Fue muy bonito. Hasta vino la familia de Vicente o Pantalla, que por lo que sabemos fue el último louceiro de Bamio».
¡Valió la pena!
Aquella sesión valió la pena. Porque un buen puñado de historiadores han surgido en esta parroquia de Vilagarcía y se han puesto a buscar huellas de los alfareros. Aquel mismo día, «una señora nos dio loza que tenía en casa», cuenta Comendador. Así ha ido engordando el catálogo de piezas fabricadas por los extintos artesanos de Bamio. «Las que conocíamos están en colecciones importantes, como la del Museo do Pobo Galego, o la del de Pontevedra», relata Beatriz Comendador.
Ahora, en Bamio, los vecinos miran con otros ojos muchos de esos elementos que llevan en la familia años y más años. Y algunos encuentran en la huerta una rueda de molino que usaban en su trabajo los oleiros, o en el fondo del trastero una pieza de loza de las manos de aquellos artesanos. «Cada vez estamos recuperando más elementos de jardines y de lareiras», dice Comendador.
Pero hay muchas otras pistas que los vecinos pueden aportar. Fotos antiguas, recuerdos, tradición oral... No se sabe dónde puede aparecer un rastro que seguir, porque el trabajo de los louceiros fue muy variado y llegó lejos. «Hacían todo tipo de trabajos. Loza muy variada, barranóns para la matanza, petos, candelabros para las velas...». Por hacer, hacían hasta buguivas, «una especie de trompeta de barro con la que los que andaban vendiendo pescado por las aldeas avisaban de su llegada y llamaban a la gente». Un recorte de periódico, fechado en el año 1905, hablaba incluso del buen resultado que daba una pieza de barro fabricada por los louceiros de Bamio y utilizada en un arte de pesca.
«Louceiros de Bamio, do fondo da vila, marchades para a feira tocando a bucina», dice un viejo dicho aún recordado en la parroquia. Pero, ¿cómo se explica la existencia en esta parroquia de una industria manufacturera tan bien asentada? «En esta zona no había barro», cuenta Beatriz Comendador. Así que la materia prima llegaba por mar. Y por mar salían también las piezas elaboradas en el «fondo da vila». «Los louceiros forman parte de aquel paisaje en el que en la ría había un trasiego constante de galeones y barcos hasta Padrón».
La investigación está dando muchos resultados, y a una gran velocidad. Y eso es así porque «la respuesta de la gente es espectacular». Quizás ese entusiasmo colectivo es el que lleva a Bea Comendador a buscar financiación para poder profundizar en un proyecto que va mucho más allá de la reconstrucción de una historia olvidada. Louceiros de Bamio tiene un importante recorrido en materia de educación patrimonial, de autoconocimiento colectivo. Tiene también una parte tecnológica, ya que se están tomando las medidas a todas las piezas que se recuperan en tres dimensiones. Precisamente hoy, en Alg-a Lab, un espacio independiente de creación contemporánea de Vigo, habrá una charla sobre los louceiros. Allí estarán Bea Comendador y una representación de las Mulleres Rurais de Bamio. Y con ellas, artistas y oleiros en activo, vivamente interesados en la historia que les quieren contar desde Bamio.
Pasado y futuro
«La verdad es que, desde que empezamos con este trabajo, ya han pasado por Bamio gente preguntando por la historia de los louceiros. Y eso a la gente les ha sorprendido y les ha gustado mucho. Se han dado cuenta de que algo suyo despierta interés», comenta la mujer que está haciendo posible todo este viaje que nos lleva, al mismo tiempo, al pasado y al futuro. Un viaje que se hace con las manos manchadas de arcilla, siguiendo el paso de Vicente o Pantalla y todos aquellos hombres que daban vida al barro.
Las manufacturas alcanzaron un gran prestigio, comparable al de Buño o Gundivós