Tres billetes en cada viaje para poder subir la bicicleta al tren

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Martina Miser

Solo tres plazas por convoy y un torpe sistema de reservas lastran en Galicia una combinación en auge en toda Europa

08 oct 2021 . Actualizado a las 22:28 h.

Basta echarle un ojo a cualquier noticiario para convencerse de que es tiempo de caminar hacia un futuro en el que las comunicaciones no sigan castigando la maltrecha salud del planeta con sus hachazos de hidrocarburo. Parece claro, además, que buena parte de ese porvenir verde descansará sobre el ferrocarril y su combinación con otros medios de transporte. No se trata únicamente de buscar su alianza con el bus en estaciones intermodales más o menos eficientes y espectaculares, como la que estos días se celebra por todo lo alto en Vigo, sino también de hacerle hueco a algo tan modesto como una bicicleta. El mapa de la fórmula bici-tren se extiende de forma exitosa por toda Europa, con una llamativa excepción: España y, con ella, también Galicia, donde los obstáculos se multiplican.

Pedro Montero es físico. Vive en Santiago y trabaja en el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Vilaxoán, en Vilagarcía. Varias veces a la semana viaja en tren entre Compostela y Arousa. Embarca su bicicleta en el ferrocarril para poder pedalear los dos kilómetros que separan la estación arousana de su lugar de trabajo. Una decisión saludable y sostenible que lo enfrenta con varios problemas. Para empezar, no es posible asociar el billete de tren con la bici, ni desde el portal web de Renfe ni desde su aplicación. «Eu emprego bonos de dez viaxes, e, claro, teño que pasar sempre pola xanela da estación para que me expidan o billete correspondente á bicicleta», explica.

Hasta hace unas semanas, la cosa no pasaba de ahí. Sucede que el sistema de ventas ha cambiado y ahora impide al personal de Renfe seguir realizando esa vinculación. Así que, cada vez que quiere viajar, Pedro tiene que dirigirse a la taquilla para obtener una copia de su propio billete, que adquiere con la aplicación y no admite bicicleta, otra de un billete sin cargo que sí pueda ser asociado con ella, y el correspondiente al propio vehículo. En resumidas cuentas, tres billetes para formalizar el simple gesto de subir su bici al tren, con sus correspondientes tiempos de tramitación y su consumo de tinta y cartón.

El servicio que él utiliza zarpa de la estación de Santiago a las 7.30 de la mañana y, como sucede con todos los trenes de media distancia, no dispone de espacio más que para tres bicicletas, así que no puede arriesgarse a que esté ya ocupado. La relación es para hacérsela mirar: tres bicis en un convoy de 200 pasajeros. Total, que Pedro trata de planificar los viajes para toda la semana. «O outro día, entre uns e outros, botei 40 minutos no despacho de billetes, e bastante amabilidade ten o persoal», subraya.

A él, al menos, viajar con la bicicleta le sale gratis. Si la distancia superase los cien kilómetros (entre Santiago y Vigo), serían tres euros más a sumar a los 9,20 que ya de por sí cuesta el billete. El sistema, más que verde, alienta el gris parduzco de la torpeza.