Diseñan un robot sumergible para apoyar a las industrias del mar

Rosa Estévez
rosa estévez VILANOVA / LA VOZ

VILANOVA DE AROUSA

mónica irago

Un grupo vilanovés coloca su proyecto entre los finalistas de un certamen nacional de robótica

21 jun 2016 . Actualizado a las 07:53 h.

Javier habla con la concisión de quien sabe diferenciar el grano de la paja. «Nuestro proyecto es un robot submarino capaz de medir la temperatura del agua, la luminosidad y la presión, y que pensamos que podría ayudar a mejorar la producción en industrias locales como la del mejillón, o las empresas de arreglo de los cascos de los barcos». Así, de un tirón, resume el proyecto Rov Nemo 1, una suerte de dron submarino con el que Javier y sus compañeros de primero de Bachillerato han logrado llegar al Olimpo del concurso de Programación y Robótica organizado por la Fundación Telefónica. El Rov Nemo 1 tuvo que lidiar con 1.475 proyectos más. Finalmente no ganó, pero estuvo cerca, entre los 40 mejores. Y los rapaces de A Basella, aunque ahora sienten un cierto fastidio por haberse quedado tan cerca del triunfo final, son conscientes del mérito de su gesta. Mario, que es el más hablador del grupo, sentencia: «No contábamos ni con ser finalistas».

El equipo que ha diseñado este pequeño artilugio submarino está formado por «buenos alumnos». Así los presenta su profesor de Tecnología, Cristóbal, que tiene mucho que ver en el éxito de esta experiencia. A fin de cuentas, él fue quien propuso a los rapaces participar en el certamen. Y gracias a sus contactos, los chicos lograron conseguir buena parte del material necesario para construir el Rov Nemo 1 a un coste más que reducido. Por tener, han tenido hasta el respaldo de la Plataforma Oceánica de Canarias

En lo que no han escatimado es en tiempo. El equipo integrado por Pablo, Mario, Adrián, Javier, Álex y Yeray lleva trabajando desde hace seis meses en su proyecto. Han invertido horas de clase, han pasado recreos encerrados en el taller, y han llegado a acudir al centro por la tarde, cuando se aproximaba la fecha de entrega de su trabajo.

Eligieron esta posibilidad porque, «ya que Vilanova es un pueblo marinero, nos pareció que era buena idea hacer algo que resultase atractivo para las industrias del mar», señalan los estudiantes, que hasta han mantenido reuniones de trabajo con algunos mejilloneros de la zona. Otro grupo de alumnos del centro, guiado por la profesora Ester Vázquez, hizo un estudio de mercado del novedoso producto. Han concluido que, para que el invento tenga interés comercial, sería preciso introducir elementos que permitiesen medir más parámetros.

Reconocer el talento

Bueno, solo es cuestión de tiempo. Es probable, que, tarde o temprano, algunos de los integrantes de este equipo acaben diseñando algún artilugio que suponga una pequeña revolución tecnológica. La mitad del grupo son chavales que tienen claro que su futuro está vinculado a la ingeniería, y que reconocen que, tras esta experiencia, su motivación para el estudio está disparada. «Este tipo de concursos están muy bien. Son una forma de darnos a conocer, de que se vea todo nuestra creatividad y todo nuestro talento», dice Mario. Y bien dicho está.