Separada y con un hijo al que el dinero que cobra a fin de mes difícilmente le llega para mantenerse, María José Dios se enfrenta desde septiembre a una situación totalmente nueva para ella: está en el paro. La factoría en la que llevaba años trabajando cerró sus puertas. Lleva tiempo desempleada y este mes dejará de percibir la prestación: «Mi situación es desesperada», confiesa.
María José Dios asegura que no ve solución a corto plazo; ha recorrido las fábricas sin éxito alguno: «Me he anotado en las empresas de trabajo temporal. Mando currículos a todas las ofertas de empleo que veo. Si tengo suerte, espero que alguna fábrica me llame cuando empiece la próxima campaña. Hasta ahora nunca me había faltado trabajo».
Sabe que en su situación hay más personas y que las cosas han cambiado mucho: «Muchas mujeres cuyos hombres se quedaron sin trabajo han recurrido a las conserveras, por eso ahora resulta más difícil encontrar un puesto».
María José Dios no lo está pasando nada bien, y eso se refleja en su rostro: «Yo no consigo llegar a fin de mes. Mi hermana me ayuda, pero esa no es la solución»
María José Dios trabajadora de una conservera en paro