Esta semana el presidente del Gobierno, tan acartonado y vetusto él, despachó el resumen de dos años de gobierno con un rotundo «ahora estamos mejor que antes». Sin despeinar su tintado flequillo, sin sonrojarse; con dos bemoles y medio. Y a una le entra una duda trascendental, ¿este buen señor es tonto del bote o nos quiere hacer tontos a los demás españoles? Que ya parecía difícil bajar más el listón de donde lo había colocado -con tesón y esmero- el iluso Zapatero. Pero, ¡oh sorpresa!, fatalmente se vuelve a cumplir el refrán: alguien vendrá que bueno te hará.
A saber, estamos en un país que tiene ocho puntos más de paro juvenil que hace dos años y tres puntos más de paro femenino. Un terruño donde por cada persona que llega se marchan dos, lo que sumado a un alarmante índice de natalidad negativo da para ver el futuro muy negro. En estos 24 meses el salario medio ha bajado hasta tal punto que el consumo está en mínimos históricos. Fruto de lo cual cada día cierran cientos de pequeñas y medianas empresas, pues el 95% de las mismas viven de la demanda interna. La precariedad laboral ha aumentado y las condiciones han empeorado notablemente. Una, que peina canas, vuelve a ver, como cuando era niña, a los obreros con la fiambrera comiendo en la furgoneta o en la obra; porque no pueden pagarse el menú del día.
Esta misma semana nos enteramos de que casi 17.000 vecinos de la comarca están buscándose la vida en otros países, cifra que va en rápido aumento y que a buen seguro no recoge la totalidad. Pues con todo va el tiralevitas este y dice que estamos mejor. ¿A quién se refiere? ¿A él? ¿A Bárcenas y compañía? ¿A los que le mueven los hilos? Es obvio, lamentablemente cierto, que a la inmensa mayoría de los españoles les va peor. Por ello, siendo tan palmaria tal situación, y teniendo en cuenta que es persona con carrera y experiencia, debemos entender que nos está tomando el pelo con alevosía y premeditación. Con descaro y sin ninguna vergüenza. Algo que no puede extrañar en el presidente de un partido que no ha dicho ni mu a pesar de que un juez de la Audiencia Nacional tiene claro que había una contabilidad paralela; sin contar las numerosas evidencias desprendidas del caso Bárcenas que lo salpican e implican a él y a sus allegados.
Zapatero era un iluso, un endeble político con un equipo todavía peor si cabe, que cometió errores gravísimos que lo descalifican como gobernante; que no supo, por falta de talla y preparación, tomar medidas a tiempo. Es más, aplicó, para mal, la táctica de si no quieres caldo toma dos tazas. Pero es que el actual presidente del Gobierno miente con cinismo, es un indolente y un esclavo de quienes lo auparon. Por tanto su receta se basa en arreglar la situación sin tocar sus intereses, a costa de la ruina de millones de ciudadanos o la vida de unos cientos. Frio, sin piedad; creyéndose sus propias quimeras. Su mayor desafío: ser un buen engañabobos.