Una compradora de Malpica pagó una cifra récord en la lonja de Aguiño por el crustáceo; viendo cómo ayer se la jugaban los mariscadores uno justifica el desorbitado coste
27 dic 2013 . Actualizado a las 11:03 h.En las mesas de de Aguiño, e incluso en las de otros muchos sitios, uno de los temas que dio que hablar en Nochebuena fueron los 858 euros por tres kilos de percebe que se pagaron la semana pasada en la lonja aguiñense, a razón de 286 por kilo. La pregunta que todo el mundo se hacía era clara: ¿Qué boca comería semejante manjar? Seguirle la pista a ese crustáceo no es demasiado fácil. Un miembro de la cofradía bromeaba al respecto, «pregúntalle a Amancio Ortega, que igual foron para el». Luego, en la cofradía daban una de las claves. En la subasta se los llevó una empresa llamada Mar de Malpica, con sede en la comarca de Bergantiños. Una portavoz de la misma, Gloria, lo confirmaba ayer. Pero, para disgusto de la curiosidad colectiva, señalaba: «Non se pode dicir para onde foron, é un secreto total, nin sequera vou dicir se quedaron ou non aquí».
Exprimiendo mucho a Gloria, lo único que uno lograba sacarle es que los percebes eran para alguien que quería hacer un regalo, vamos, una especie de encargo. Eso sí, antes de terminar la conversación, la mujer aporta un dato importante: «Eran moi bos, e por iso os pagamos así, merecían a pena». Oyéndola hablar, entran ganas de salir corriendo a ver el género que están cogiendo en Aguiño. Pero, con el mar embravecido y el Dirk aún dando coletazos, uno imaginaba ayer que de salir a por percebe nada de nada.
«Isto pinta moi mal»
Pero, al preguntar en el pósito, decían: «Igual si que se sae, hai moita necesidade, o prezo do outro día non se paga moitas veces. Este ano non foi bo...». Y, efectivamente, algunos sí que salieron. Sin llegar a ver lo que traían, uno justificaba lo pagado por Gloria. Decir que ayer los mariscadores aguiñenses se jugaban el tipo es decir poco.
El espectáculo comenzó sobre las tres de la tarde. Media hora antes, empezaron a llegar mariscadores a la zona de la antigua depuradora, a pocos metros del muelle aguiñense. Nadie tenía claro si bajar o no a las rocas. «Penso que é mellor ir para o sofá, isto pinta moi mal», decía un joven de nombre David mientras señalaba a un mar que parecía cabrearse cada vez más. De repente, a lo lejos, se ve salir del muelle un grupo de planeadoras. «Pois polo que parece por mar si vai ir algunha xente», comentan -el percebe se puede coger en sitios a los que solo se accede en lancha o en rocas a las que se llega a pie-. Que algunos compañeros se atrevan con el temporal no anima. «Mira como van», dicen apuntando con el dedo a los caballitos que hacen las embarcaciones rumbo a Sagres. Después de mucho pensárselo, y de que algunos mariscadores ya decidiesen volver para casa, cinco valientes cogen el toro por los cuernos. «A ver que pasa», dicen. Y saltan a las rocas. A partir de ahí, es difícil contar sus peripecias.
Aunque lo intentan, las olas les impiden estar más de dos minutos seguidos arañando el oro negro de las rocas. Tienen que retirarse para no acabar de mala manera. Llueve sin parar y el oleaje es intenso. En ese grupo de atrevidos están Álex y un primo suyo de nombre Adrián, que con solo 19 años ya sabe lo que es trabajar al filo de la navaja. Ambos explican que lo deseable es que haya mal tiempo para que el percebe escasee y, por tanto, vaya a buen precio. Pero «non tanto coma hoxe, que está fatal». Pasan los minutos y en su saqueta, a ralentí, va apareciendo crustáceo. No creen que cojan los topes. Pero, al menos, quieren intentarlo. Es bastante más de lo que muchos se atrevieron a hacer ayer.
David y Salvador, otros dos mariscadores, que frisan los treinta años, estuvieron más de media hora pensándoselo a pie de rocas. Pero no estaban demasiado por la labor de desafiar al temporal. Mientras cavilan si bajar o no, hablan: «Disto viviuse ben hai tempo... Agora só hai prezos bos unha semana ao ano, xa non é o que era. Xógaste a vida pero non sacas demasiado». Oyéndolos, escuchando a Salvador decir que está estudiando electricidad porque no ve futuro en el percebe, la hazaña de Álex, Adrián, sus tres compañeros y los que fueron por mar se hace aún más grande.
«Agora soamente hai bos prezos unha semana ao ano», se lamenta un profesional