Vallas y un control impiden el acceso de personas ajenas a la actividad marítima
01 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Los atentados del 11S implicaron la adopción de medidas de seguridad en distintos ámbitos y, desde ese momento, comenzó a hablarse de la restricción de accesos a los puertos comerciales, una directriz que siempre ha contado con cierto rechazo vecinal porque, además de ser zonas de trabajo, los muelles son lugares de paseo y hasta espacios de pesca para los aficionados a este deporte. Este carácter lúdico ha quedado ahora definitivamente erradicado en Ribeira y A Pobra donde, ateniéndose al código de Protección de Buques en Instalaciones Portuarias (PBIP), la Administración autonómica ha instalado barreras, cámaras y una caseta de control con vigilancia privada que impiden el paso a cualquier persona que no acredite que su entrada está justificada por motivos laborales, bien sea porque interviene en la descarga de barcos procedentes de terceros países, porque transporta mercancías o porque debe realizar algún trabajo en este espacio.
Quienes deseen acceder deben contar con la preceptiva autorización y, por ejemplo, en el caso de los estibadores, según explican desde las firmas consignatarias, se facilita diariamente la relación de personas que se ocuparán del alijo de túnidos congelados para que el vigilante verifique sus identidades. Desde Portos de Galicia se indica que la medida se adopta para cumplir con la directiva en materia de seguridad que establece la Unión Europea, acatando una decisión que se coordina de forma conjunta con el Ministerio del Interior.
El cierre ha suscitado algunas quejas vecinales en Ribeira y, especialmente, en A Pobra, según comenta el mandatario, Xosé Lois Piñeiro: «Poderían ter habilitado unha zona de paseo, porque sempre foi algo tradicional ir ao peirao». Por el momento el regidor no ha decidido si presentará alegaciones, como sí hicieron sus homólogos de Cee y Laxe ante la Fegamp: «Estamos á espera de que nos dean resposta ás que fixemos polo plan de usos». El alcalde tiene pendiente una reunión con Portos en la que tiene previsto abordar la restricción de accesos.
Línea de atraque
En cuanto a Manuel Ruiz, subraya que se trata «dunha normativa europea que obriga a illar os peiraos comerciais» e indica que, en el caso de Ribeira «gran parte do peirao é practicable porque se deixou fóra das barreiras una liña de atraque para as embarcacións pesqueiras». Incluso, Ruiz destaca el hecho de que se mantiene el uso no estrictamente comercial, porque el restaurante que hay en el relleno queda fuera del entramado de vallas.
Precisamente, eso es lo que no sucede en A Pobra, donde el bar, situado en un extremo, está dentro de la zona restringida. Su propietario, Manuel Parada, señala que a las cuatro de la tarde, cuando acaba la descarga de túnidos, se ve obligado a cerrar porque ya nadie puede entrar en el recinto: «Polas tardes tiña uns clientes fixos que tiveron que deixar de vir». Considera la medida desmesurada e indica que «o bar de Ribeira deixárono fóra. Isto paréceme abusivo». Su intención es alcanzar un acuerdo con la Administración, ya que no descarta tener que verse forzado a dejar la concesión si sus ingresos se ven muy mermados por esta causa.
La medida de limitar las entradas al uso profesional, indican desde Portos, afecta únicamente a aquellos recintos que tienen la habilitación e instalaciones para la descarga de mercancías, motivo por el cual en la comarca solo se aplica a los de Ribeira y A Pobra. En el conjunto de Galicia, otos seis muelles de estas características, dependientes del organismo autonómico disponen desde hace unas semanas de dispositivos de seguridad similares. Se trata de los de Laxe, Brens, Ribadeo, Burela, Celeiro, Cariño y Laxe. En todos los casos, además, grandes carteles advierten a los usuarios de que el acceso está controlado.
Las consignatarias ven bien la restricción, pero critican el cobro de un canon por la vigilancia
El hecho de que las áreas portuarias sean al mismo tiempo lugares de ocio y que, incluso, sirvan como zonas de aparcamiento para personas que nada tienen que ver con la actividad marítima ha suscitado quejas en más de una ocasión. En este sentido, representantes de consignatarias vinculadas a la descarga de buques de mercancías en Ribeira y A Pobra expresaron su aprobación al hecho de que se limiten los accesos a los profesionales.
Indicaron que el cierre facilita el desarrollo de las labores diarias: «Que haya circulación de personas en horas de trabajo constituye un riesgo. Las zonas de actividad hay que respetarlas». Este es un criterio que comparte la Administración, aunque históricamente los muelles comerciales hayan servido como lugares de paseo.
Asimismo, desde alguna consignataria manifiestan que, hasta ahora, dado que los recintos eran de acceso libre, se veían obligadas a contratar seguridad privada «para evitar incidencias o perjuicios en los barcos».
Con lo que no parecen estar tan satisfechas es con el hecho, según explican en una de estas empresas, de que Portos haya establecido un nuevo canon para el pago por la vigilancia que ahora se proporciona, y menos con el importe establecido, que consideran «excesivo».
Subrayan que las medidas de seguridad adoptadas son de obligado cumplimiento por ley en puertos como los de Ribeira o A Pobra: «Que no nos lo cobren a nosotros». Por este motivo, algunas tienen previsto presentar alegaciones ante la Administración autonómica.