Una tala destapa dos prometedores yacimientos arqueológicos en Boiro

María Xosé Blanco Giráldez
M. X. Blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Los indicios apuntan a que se trata de un castro y un hábitat de la etapa rupestre

29 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Barbanza es una comarca rica en restos arqueológicos. La relación de yacimientos que están catalogados o de los que está probada su existencia es larga y todavía no está cerrada. Con frecuencia, aparecen huellas del pasado que incrementan esta lista, al tiempo que confirman que bajo el suelo de la comarca se esconde un gran tesoro aún por descubrir. Prueba de ello son las estructuras que han quedado al descubierto, o que pueden intuirse, en una zona de monte de Moimenta, en el municipio de Boiro, donde recientemente se ha realizado una tala de árboles. Se trata de dos yacimientos que, a la espera de la realización de los sondeos y estudios pertinentes, podrían entrar en la selecta lista de vestigios considerados importantes.

Los desbroces e inspecciones oculares que varios especialistas han realizado en la zona apuntan a que uno de ellos, situado en Coto do Espiño, es un castro y puede que espectacular. De hecho, los ojos de los expertos son capaces de distinguir, a simple vista, una cabaña, aunque no queda claro si tiene forma circular o cuadrada, y una muralla de unos cincuenta metros lineales de longitud. Aunque es pronto para determinar la época de ocupación de este yacimiento, con los indicios que hay sobre la mesa hay quien la sitúa en el primer milenio antes de Cristo.

El segundo tesoro arqueológico que ha salido a la luz tras la tala realizada en Moimenta está en Chans do Cerqueiro y, tras las primeras investigaciones, todo indica que se trata de un hábitat, es decir, un lugar de residencia, del tercer milenio antes de Cristo, período coincidente con la etapa en la que se desarrolló el arte rupestre. Se cree que puede existir una relación entre los antiguos pobladores de este lugar y la riqueza que la zona tiene en estaño.

Zonas independientes

Se trataría, a priori, de dos yacimientos próximos entre sí, situados en las inmediaciones de la carretera que discurre entre Boiro y Noia, pero totalmente independientes. Los primeros indicios apuntan, de hecho, a que pertenecen tanto a épocas como a culturas diferentes. Los especialistas no descartan hallar más restos en la zona. En este sentido, consideran que no sería de extrañar que se encontraran huellas que confirmen la existencia de ocupación también durante el segundo milenio antes de Cristo.

Los restos que han salido a la luz han causado gran sorpresa tanto entre los profesionales de la arqueología, puesto que la parroquia de Macenda es la única del municipio de Boiro que carece de yacimientos catalogados, como entre los propietarios de los terrenos, la comunidad de montes. Esta entidad ya ha sido puesta al corriente de los hallazgos, con el fin de evitar la ejecución de actuaciones en el lugar que puedan dañar las estructuras.

Los vecinos han seguido expectantes, sobre todo durante las últimas jornadas, el paso de vehículos de la Universidade de Santiago de Compostela y ansían que se realicen las investigaciones que permitan determinar la importancia y la magnitud de los yacimientos. Si las previsiones se cumplen, en cuestión de días tendrán ocasión de ver con sus propios ojos los tesoros que esconde su monte.