El complicado camino para dejar de ser Rosana y convertirse en Leonard
A POBRA DO CARAMIÑAL
Una joven de A Pobra, que dio a luz hace ocho meses, desea ser un hombre
13 jul 2015 . Actualizado a las 17:07 h.Rosana Fernández Miranda se hizo famosa por su aparición en el programa Hermano mayor. Fue otra época, asegura, cuando la adolescencia se mostraba violentamente. Ahora teme que su hija de ocho meses llegue a comportarse igual que ella, por el momento confiesa que «es muy tranquila». La llamó Miranda, nombre que llevará tatuado en su brazo durante toda su vida. Tras un accidente de coche que la dejó postrada en una silla de ruedas durante dos años, ahora Rosana quiere romper definitivamente con su pasado. Ha comenzado el proceso para cambiarse de sexo y convertirse en Leonard Kayl; asegura que no está siendo nada fácil.
La pobrense nunca se sintió cómoda en su cuerpo: «Siempre quise ser un hombre, llevo vistiendo masculino desde hace diez años». Cuando era una adolescente había partes de su cuerpo con las que no nunca se sintió cómoda: «Llevo sin venir a la playa desde que era una niña, no quería llevar bikini, pero tampoco podía usar bañador de chico». El próximo mes cumplirá 25 años y su vida, por el momento, no ha dejado de ser una vorágine de situaciones anómalas.
Hace tres semanas comenzó a aplicarse testosterona: «Por el momento utilizo un gel que me recetaron en la Seguridad Social». Asegura que el tratamiento comienza a hacerle efecto: «Tengo calores y mi cuerpo está cambiando lentamente, pero con el gel no podré cambiar de sexo completamente». El camino para convertirse en Leonard iba sobre ruedas. Su médico de cabecera le dio el visto bueno, «luego tuve una cita con el endocrino y también me consideró apta».
Se detiene el proceso
Los problemas llegaron cuando le tocó reunirse con el psiquiatra: «En la primera consulta me prometió un informe favorable, perfecto para que me derivasen al cirujano». Asegura que no cumplieron con su palabra: «Fui con mi madre a buscar los papeles y me dijo que no podría pasarme a los especialistas, ya que había encontrado casos de impulsividad en mi historial».
Rosana cree que esos episodios solo forman parte del pasado: «No entiendo por qué me pone trabas, si una persona no se identifica con su género lo normal es que la ayuden: la Seguridad Social debería estar para socorrer a la gente».
A pesar del frenazo, asegura que seguirá con el tratamiento hasta el final, «sea por mis propios medios o con ayuda pública». Reconoce que tiene un problema añadido: si carece de un informe médico favorable no pueden cambiarle el nombre en el DNI. «Podría ser un hombre al completo y seguir llamándome Rosana, con los problemas que me daría para conseguir trabajo».
Madre soltera, todavía no conoce las palabras concretas que le dirá a su niña cuando sea mayor. «Cuando pueda razonar por sí misma le diré que tuve que tomar esta decisión. Creo que lo entenderá». Cree que el suyo es un caso único. Desde que dio el primer paso, lo que quería era dejar atrás el pasado.