Desde hace un tiempo, cada verano aparecen una especie de esculturas realizadas con cantos rodados en el entorno del castro sonense
22 ago 2015 . Actualizado a las 10:26 h.Es verano, aunque en medio de los días soleados se cuelen jornadas cargadas de lluvia. Y como es verano, en el entorno del castro de Baroña han aparecido montones de figuras realizadas con piedras apiladas unas encima de otras. Uno podría preguntarse qué tendrá que ver una cosa con la otra, pero la correlación es evidente toda vez que la escena se repite, desde hace tiempo, en cada época estival, especialmente en agosto. Las advertencias por parte de los técnicos de turismo de Porto do Son de que no debe alterarse el entorno del yacimiento son constantes, y también se han intensificado las rondas de la Policía Local por la zona para intentar identificar a los responsables de es estas singulares figuras. Sin embargo, nada de eso ha servido y a diario aparecen nuevos montículos de piedras.
El alcalde sonense, Luis Oujo, explicó que se ha intentado reforzar la vigilancia en la medida de las posibilidades del Concello para evitar esta práctica, primero porque no se puede hacer y en segundo lugar porque «esa non é imaxe que queremos transmitir do castro». Sobre todo después del esfuerzo que se ha hecho los últimos años para poner en valor el yacimiento. Sobre el origen de la costumbre de apilar piedras formando pequeñas columnas, señala desconocerlo: «Non sei se é unha broma ou ten un significado espiritual, pero non está ben».
No es una tradición
Baroña es para muchos un lugar mágico, y por eso no falta quien relacione la aparición de esas figuras con una especie de ritual místico para atraer la energía positiva. Lo explica la técnica de turismo que atiende a los visitantes en el punto de información situado en la zona, que añade que no son pocas las personas que, cuando ven los cantos rodados colocados unos encima de otros, imitan la figura creyendo que se trata de una tradición propia del castro, como puede serlo tirar una moneda en la Fontana di Trevi.
Nada más lejos de la realidad, y, de hecho, en los folletos que se entregan a los turistas que pasan por la oficina se aclara esto y se pide a los visitantes que no alteren la naturaleza moviendo o acumulando las piedras. Sin embargo, no sirve de mucho. A finales de la semana pasada se deshicieron todos los montículos que se localizaron en el entorno del yacimiento y en los últimos días han vuelto a aparecer más, algunos muy próximos a la muralla.
Las intervenciones en la zona pueden tipificarse como faltas muy graves
El castro de Baroña es un bien de interés cultural (BIC) y eso implica que tanto el yacimiento como todo su entorno cuentan con el máximo grado de protección, de manera que cualquier actuación que los altere constituye una falta, según la Lei do Patrimonio Cultural, que en el caso de las piedras amontonadas puede tipificarse como grave o muy grave.
Según se indica desde la Xunta, este tipo de acciones dentro del ámbito del BIC podrían suponer la pérdida de información valiosa para el conocimiento del castro, «ademais de confundir e deturpar o seu valor cultural cunha intervención acultural». Las sanciones por las infracciones graves o muy graves oscilan entre los 60.000 euros hasta superar los 150.000 euros. Lo que ocurre es que no es fácil identificar a quienes amontonan las piedras y, además, para imponer multas es necesario acreditar un daño directo en el yacimiento. En Baroña, por lo general, se utilizan piedras sueltas que, en principio, se presume que no forman parte de las estructuras.