Una de las víctimas regresaba de rezar de la mezquita cuando fue asaltado en la calle por dos individuos que podrían ser hermanos
17 may 2015 . Actualizado a las 16:14 h.Papa Ibrahima regresaba ayer caminando a las seis de la mañana a su piso de Ribeira. Este senegalés no venía de pasar una noche de ocio y copas, sino de rezar en la mezquita de la capital barbanzana. Su vivienda, ubicada en una pequeña y céntrica calle que comunica la plaza del Concello y un pub que abre hasta el amanecer, fue el escenario de la encerrona. Tanto él, como posteriormente su compañero de piso, Madiop Ndau, fueron agredidos por dos individuos que se valieron de una botella de vidrio y una barra de hierro para golpearlos. ¿El motivo? Todo apunta que prejuicios racistas.
Ibrahima, en el momento de ser asaltado, caminaba todavía con la cabeza en sus rezos. «Un chico empezó a gritarme y se puso en medio, le pedí por favor que se apartara, que no quería problemas y que me dejase en paz. Lo siguiente que sentí fue un botellazo en una oreja... Luego vi sangre y reaccioné dándole un puñetazo en la cara. Entré en el portal y subí a casa. Madiop acababa de llegar de trabajar, se asustó al verme e insistió en ir al médico», explicaba ayer Ibrahima en su casa todavía aturdido por el impacto que sufrió en su cabeza.
Cuando regresaron a la calle para dirigirse al centro médico, Madiop y su compañero se encontraron con el agresor y un acompañante, que, al parecer, es su hermano. El ribeirense que agredió Ibrahima rompió la luna de un coche que estaba aparcado y lo intentó, sin éxito, con otra. «Al vernos vinieron a por nosotros. Uno llevaba una barra de hierro y le dio con ella a Madiop en la cabeza. La sangre le caía a chorros y decidimos evitar el enfrentamiento e ir al médico», explica Ibrahima.
Derivados al hospital
Los facultativos del centro médico derivaron a ambos al hospital que hay en el mismo ayuntamiento para que los atendiesen . Ibrahima necesitó numerosos puntos de sutura en la oreja afectada, y Madiop un incómodo vendaje que cubre, a excepción de la cara, toda su cabeza. Él tampoco se libró de los puntos de sutura. Ya en la tarde de ayer, estos dos senegaleses -que llevan una vida tranquila en la localidad, basada en su trabajo y en el fútbol- confesaban que prefieren pensar que la agresión sufrida fue gratuita y no por racismo, algo que no parece muy claro de momento.