
Unas 2.000 personas se congregaron en la tradicional cita de A Silva
22 abr 2013 . Actualizado a las 07:10 h.Ni quince minutos duraron los 600 bollos preñados elaborados por las dos panaderías de A Silva durante la celebración de la Feira das Nenas. El sol hizo que unos 2.000 curiosos, según cálculos de la organización, se acercasen a una celebración que, sin embargo, ha perdido fuelle en las últimas ediciones. Coches, muchos; los bares llenos, y expectación ante la actuación de los más jóvenes de la casa intacta. Pero se han quedado por el camino las exhibiciones ecuestres y caninas, así como otras tradiciones que convertían a la Feira das Nenas en algo especial, con esencia.
Lejos quedan las vestimentas tradicionales que lucían las chicas hace años. Las han cambiado por minifaldas primaverales o cómodos pantalones vaqueros. «A xente cansouse de ir vestido coa roupa tradicional. É certo que non se pode comparar este ano con aqueles nos que había orquestas, pero a resposta está sendo boa», explica la concejala Begoña Rodríguez Rumbo.
En la Feira das Nenas de ayer luchaba el olor a churro recién hecho con el de churrasco o pulpo, de los que se vendieron 1.500 y 800 raciones respectivamente. Aún así, no había que pelearse para coger sitio, porque en hora punta había hueco disponible.
Antes de llenar el estómago, los asistentes aplaudieron a la agrupación folclórico-cultural San Martiño de Cerceda, que abrieron fuego. Más tarde, los alumnos de la escuela de música y baile municipal ofrecieron 45 minutos de coreografías sobre los ritmos más actuales.
Y a partir de ahí hubo tiempo para visitar los caballos amarrados en las inmediaciones, que este año no protagonizaron ninguna actividad, pero sí captaron la atención de los niños. «Aínda que non houbo exhibición, moita xente decidiu achegarse no cabalo ata aquí», señaló Rumbo. Los 50 puestos intentaban captar la atención. En ellos, de todo. En lo deportivo, las camisetas de Messi rivalizaban con las de Ronaldo en el mismo puesto; los chándales, con los zapatos de salón dorado, y las roscas de feria, con los puestos de helados.
A mediodía se echó el telón de una feria que ha perdido esencia, pero que sigue atrayendo a miles de personas a A Silva.