
El denominado Verxel de Bergantiños no lo parece tanto cuando uno se adentra en Coristanco. No es el único caso de desastre urbanística en la Costa da Morte, pero teniendo entornos como A Rocheira, Verdes o la Lagoa de Alcaián cabía esperar que el plan xeral de ordenación municipal tuviese un efecto más positivo y sin tanto impacto visual negativo.
Coristanco, tierra por excelencia de la patata, tiene algunas patatas calientes por resolver. Edificaciones a diferentes alturas sin acabar y con colores variopintos, esqueletos olvidados en el baúl de los recuerdos de la crisis inmobiliaria, viviendas con el ladrillo a la vista... Un caos urbanístico en el que en algunos casos las silvas se entremezclan con aceras sin acabar y mamotretos sin terminar.
El Concello ha priorizado, y prioriza, el número de viviendas sobre la ordenación sostenible del territorio. Así se lo recordó al ejecutivo la Xunta cuando le tumbó una propuesta de reserva de suelo para levantar más de 200 viviendas cada año durante los próximos 16 ejercicios. De forma paralela, el polígono de A Miñata continúa a la espera. La reserva de suelo, 50.000 metros cuadrados, ya está prevista en el nuevo PXOM pero, a día de hoy, el parque empresarial sigue siendo una quimera, mientras que varias empresas tienen sus instalaciones fuera de ordenación, y algunas de ellas con sentencias firmes de derribo. Solo algunos afortunados se salvaron de la piqueta gracias al filtro de la ley del suelo del 2010. Como ejemplo de desfeita urbanística, cabe citar el estado de abandono de la que iba a ser la futura aula da natureza de A Rocheira, un inmueble que costó en su día unos 600.000 euros y que, catorce años después, es pasto de los robos y los vándalos.