









Hace 90 años y unos días, la fotógrafa estadounidense recorría con su padre la Costa da Morte
04 dic 2014 . Actualizado a las 12:31 h.Hace 90 años y unos días, la fotógrafa estadounidense Ruth Matilda Anderson recorría con su padre la Costa da Morte. Era su primera visita a la comarca, que repetiría poco más de un año después, a principios de 1926. La zona formó parte de un amplio proyecto de toma de imágenes en Galicia, encargo de la Hispanic Society of America, en Nueva York, que acompañó con apuntes, de ella o de su padre.
«El desayuno en Vimianzo nos ha sentado bien, lo hemos disfrutado más que si tuviésemos que tomarlo rápidamente en Muxía. Después de almorzar hemos ido en seguida al castillo. Es un día claro y precioso y estamos trabajando dentro del recinto a las 12 del mediodía», cuenta sobre la jornada del 21 de noviembre de 1924.
Relata el 22: «Los caballos que alquilamos ayer para ir hasta A Ponte do Porto esta mañana estaban en la fonda antes de que nos preparasen el almuerzo. Salimos a las 8.15 y después de parar en muchas ocasiones para hacer visitas, llegamos a nuestro destino a las 12.30. Aquí tuvimos que esperar media hora por un autobús que nos llevaría a Camariñas, otra de las capitales de encaje de palillos. Habíamos pensado ir hasta allí en barco desde Muxía, pero parecía que iba a haber tormenta». Añade: «Esta tarde hemos estado en las tiendas de encaje haciendo fotos a las jóvenes mientras trabajaban. Las señoras mayores nos han contado que las muchachas no estaban contentas allí, hay muy poco que las pueda entretener en este lugar. En un grupo de nueve trabajadores solo había dos muchachos para las nueve chicas. Los hombres jóvenes se marchan a Brasil, Argentina, Cuba y otros lugares del mundo, ya que tienen muy pocas oportunidades aquí...». Y sigue el relato de su estancia en Muxía, la visita a varias fábricas de encaje. Al día siguiente, el padre escribe que ha dado un paseo por unos alrededores muy bonitos. «Somos una curiosidad para todos, y nuestra pequeña linterna los llena de asombro». Al día siguiente se marcharon para Madrid.
Son solo unas pocas líneas de las muchas que acompañan las visitas que la retratista realizó por la comarca, a la que accedió a principios de mes por O Ézaro, en barca, y donde se hospedó, antes de emprender camino hacia Corcubión, Fisterra, Vimianzo, Muxía y Camariñas. Fue el 6 de noviembre cuando retrató a Teresa Castro y su hermana en una fonda de O Ézaro. Ahora no reside en la localidad, pero hasta hace poco (y puede que aún ocurra) es el último testimonio vivo de las fotos de Ruth Matilda. Otro fue Ramón Caamaño, el despierto y curioso mozalbete muxián que seguramente inoculó el veneno del arte fotográfico a partir de esa visita, o lo afianzó más.
Ruth Matilda volvería a Galicia en enero del 26, centrándose en Fisterra. Pasó por Buño, donde inmortalizó el día 29 a la familia oleira antecesora de Aparicio Añón Caamaño: su padre, Antonio Añón; su tía, Manuela; su abuelo, Añón Casal; su abuela, María Montáns, y la bisabuela, Asunción Rodríguez. Todos ellos ecos del pasado.