La Deputación muestra su interés por recuperar el Museo Seno de Corcubión
26 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.La catedrática del CSIC, Ana Crespo, que dirige ForSeaDiscovery, uno de los mayores proyectos de investigación de arqueología submarina que hay en marcha en el continente, financiado con cuatro millones de euros de la Unión Europea, se declaraba «impresionada y fascinada» cuando entró por primera vez en el Museo Marítimo Seno de Corcubión en septiembre del año pasado.
Que una de las principales expertas en historia naval del país, nacida en la Bahía de Cádiz entre historias de galeones hundidos, reaccionase así da una idea del valor que tiene la colección privada de la Fundación Castro-Rial con más de 3.000 piezas relacionadas, sobre todo, con la marina mercante y el salvamento marítimo. Nacido del empeño personal del fundador de la naviera Sicar, Marcelo Castro-Rial Canosa, el museo Seno, está ubicado en una fábrica de salazón del siglo XIX que fue también carbonera para los barcos de vapor y que hoy, poco menos que amenaza ruina. De ahí que la reciente visita del responsable de patrimonio de la Deputación, el carballés Xosé Regueira, haya sido interpretado como un soplo de aliento para una institución al borde del naufragio.
El inmueble alberga desde motores de barco a equipos de salvamento y submarinismo con más de medio siglo de vida, pasando por cartas náuticas, documentos históricos e incluso una interesante colección de maquetas de los barcos de la Sicar y otros navíos destacados. Incluso conserva muchos detalles originales de lo que era la casa del patrón en los tiempos del curtido del pescado, por no mencionar que se encuentra al pie de la ría de Corcubión y que por su puerta trasera pasan cada año decenas de miles de peregrinos. Sin embargo, todo ese legado está apenas protegido por una cubierta que hace aguas por todos lados y sirve como zona de anidamiento de pájaros, con lo que mantener las piezas en condiciones óptimas de conservación parece una quimera.
Por si fuese poco, la asociación Neria, que tenía cedida la gestión, mediante un acuerdo con la familia Castro-Rial que incluía colaboración económica, está prácticamente al borde de su disolución y apenas sin actividad desde hace casi dos años. De ahí que la última actuación reseñable al respecto de las instalaciones fuese la contratación temporal de un guía en el verano del 2014 o la labor de voluntarios de la asociación que lo abrían de manera esporádica bajo demanda. Una situación, a la que como señala el presidente de Neria, Javier González, pusieron fin ya que para ellos era inasumible siquiera «atender a morea de veces que chamaba a policía ou o alcalde porque saltaba a alarma».
Cerrada esa colaboración, el museo se quedó en un limbo de abandono que ahora podría encontrar una puerta de salida a través de la actuación del gobierno provincial, que parece entender el valor que tiene el museo, y lo vergonzoso de su situación tantas veces criticadas por muchos expertos. Uno de ellos, el que más ha clamado por su recuperación en los últimos años, el arqueólogo subacuático Miguel San Claudio, aseguraba ayer que se trata de «una buena noticia» este interés de la Deputación, por lo que espera que llegue a buen puerto.
Las necesidades de inversión son muy grandes, sobre todo por lo que respecta a la cubierta, pero también sus potencialidades puesto que está en uno de los puntos más visitadas de la Costa da Morte, sobre todo en verano, y cuenta con patrimonio y espacio suficiente para infinidad de actividades culturales, entre ellas recuperar la valiosa historia de los naufragios de la zona.