«El peregrino no es el hombre del saco»

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

FISTERRA

La investigadora del Instituto de Ciencias del Patrimonio (INCIPIT) coordinó un original estudio patrimonial del Camiño Fisterra-Muxía

19 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Doctora en etnología y etnografía por la Universidad de Pensilvania, Cristina Sánchez-Carretero, nacida en Talavera de la Reina (Toledo) hace 46 años, es investigadora titular del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con una trayectoria muy ligada a Galicia desde el Instituto de Ciencias del Patrimonio (INCIPIT) y particularmente a la Costa da Morte, donde acaba de dirigir y coordinar con otros cinco autores un original estudio sobre el Camiño a Fisterra y Muxía dividido en tres bloques: Historia, mitos y leyendas del fin del mundo, Impacto local de la peregrinación a Fisterra y Espiritualidad, motivos y el fin del mundo.

Este profundo trabajo publicado a nivel científico como Heritage, Pilgrimage and the Camino to Finisterre. Walking to the End of the World y en el que también participaron Carlos Otero, Paula Ballesteros-Arias, Eva Parga, Peter Jan Margry y el muxián Manuel Vilar introduce una perspectiva novedosa que la investigadora resume en que «sabíamos mucho de la historia, del punto de vista del peregrino, pero se había estudiado muy poco lo que significa ser atravesado por el Camino».

De ahí que hayan puesto el foco en el territorio y en su gente, siempre con la perspectiva patrimonial de fondo que es a lo que se dedica el instituto, y pequeñas aldeas como Vilaserío (Negreria) o Olveiroa (Dumbría), como protagonistas. Y es que en estos lugares, como recalca la doctora, donde se encuentran los elementos más interesantes de análisis porque «sigue ese intercambio conversacional» entre peregrinos y lugareños que seguramente no se da tanto en las grandes poblaciones. Además, el impacto se nota especialmente en estos sitios que son «aldeas de unos pocos vecinos» y «multiplican» afluencia durante la temporada en la que llegan peregrinos. Eso, además del evidente beneficio económico, social y cultural implica «conflictos», como por ejemplo las «luchas vecinales» que se dieron en Fisterra en torno a la atracción de clientela hacia diferentes negocios e incluso puede traer «riesgos desestructurantes», como advierte Sánchez-Carretero.

Sin embargo, eso no es lo más relevante del análisis según señala la antropóloga sino el como ha cambiado la visión del peregrino en el buen sentido, «en el sentido de oportunidad». «Se ha producido un cambio en el imaginario. Ya no es el hombre del saco, esa figura de vagabundo», sino que en muchos ámbitos se le identifica con el «paradigma del turista», aunque eso que se estudia como «economía de los efectos» no sea tampoco para la investigadora el concepto más completo porque su interés como «fuente de desarrollo» implica campos más amplios a desarrollar mediante el intercambio y con la bandera de la «sostenibilidad» siempre presente, como ya empiezan a advertir algunos políticos.

Al margen de estas cuestiones, la obra incide especialmente en el patrimonio, que es su objeto de estudio, y aquí la científica pone de relieve un hallazgo con el que no contaban y que «tardó tiempo en salir». Tiene que ver con lo que los habitantes de estas zonas consideran patrimonio y que va más allá de «las iglesias, los pazos, los cruceiros, los hórreos,...», lo material en una palabra. Surgieron, por ejemplo, referencias a los manantiales y los cauces de agua pero también al trabajo. «La gente no utiliza la palabra patrimonio pero considera que el sector primario lo es y debe seguirlo siendo. No quieren que se musealice, pero sí que se visibilice como algo productivo la actividad del agro y de la pesca o como sus fiestas y su modo de vida son parte de su riqueza, no como imagen romántica, sino como algo productivo y como una forma de conservar saberes tradicionales», concluye Sánchez-Carretero.