«Isto non é digno da Virxe da Barca»

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

La arquitecta explicó que los trabajos están en una «primera fase».
La arquitecta explicó que los trabajos están en una «primera fase».

Un centenar de vecinos, entre ellos el cura y el alcalde, criticaron de forma airada al Arzobispado y a los técnicos por el resultado de la restauración

26 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La carpintería, la altura de los escalones, las puertas, el sagrario, la iluminación, el revestimiento de las paredes, los colores de los retablos, el camarín de la imagen,... Nada de lo que se hizo en las obras de restauración del Santuario de Nosa Señora da Virxe da Barca de Muxía está al gusto de los vecinos. Al menos no del centenar largo de personas, algunas de ellas de fuera del pueblo, que interpelaron ayer de manera airada a los técnicos y sobre todo a los representantes del Arzobispado, a los que les censuraron sus intervenciones con gritos de «fuera, fuera,...».

De esta forma, lo que debería ser un acto rutinario para firmar el acta de recepción de las obras, se convirtió en una acción reivindicativa, alentada por el párroco, Manuel Liñeiro, y en la que participó también el alcalde, Félix Porto.

Para el regidor, que al igual que gente del público tomó el micro y la palabra sin estar previsto, lo grave no es ya el resultado, sino cómo se hicieron las cosas, «sen contar en ningún momento» con la opinión del cura, que lleva meses advirtiendo de lo que para él suponen deficiencias. «Nós somos conscientes de que o santuario é propiedade da Igrexa, pero vostedes teñen que selo de que tamén é parte da casa dos veciños», afirmó Porto que pidió «reparar os erros que se cometeron» y completar lo que falta de manera acorde «á importancia do santuario, que vai moita máis aló incluso do tema relixioso».

Antes que él, y más allá de los corrillos y los gritos, también intervino el presidente de Protección Civil, Ramón Pérez Barrientos, que comparó el estado en el que se encuentra A Barca, con el de «un galpón», más que con lo que debe ser un templo de su importancia. Sin embargo, las palabras que más encendieron al público, si es que ya no lo estaba lo suficiente, fueron las de María Luz González Romero, una vecina que apeló a su condición de muxiana y le preguntó a los responsables del Arzobispado si habrían permitido este tipo de actuación, de tratarse del Apóstol en Santiago en lugar de la Virxe da Barca. Y les espetó, además, que, si por ella fuese, lo mejor que podían hacer con toda la carpintería nueva del santuario era «plantarlle lume». Algunos vecinos consideraron que «isto non é digno da Virxe da Barca».

Con este panorama, de poco sirvieron las palabras de la arquitecta, Carmen García -que terminó yéndose del templo ante los improperios que le dirigían-, en las que afirmó que «esto es solo una primera fase», que la obra no está terminada y que, por lo tanto, quedan mejoras por realizar.

De igual modo, las explicaciones del ecónomo diocesano, Dictino Maceira, sobre la procedencia y el destino de los 736.324 euros invertidos, solo sirvieron para que la gente censurase como desproporcionada y mal invertida cada una de las cantidades que citaba.

Incluso el vicario general del Arzobispado, Víctor Mariño, únicamente logró un mínimo de silencio con el Padre Nuestro que dedicó a las víctimas del accidente aéreo de Francia y a los dos marineros fallecidos en Laxe.

A partir de ahí, los vecinos erigidos en arquitectos, albañiles, ebanistas, escultores, pintores e incluso teólogos de manera improvisada, empezaron a recorrer las distintas estancias poniendo de manifiesto lo que, a su juicio, son deficiencias imperdonables en la ejecución de la obra.