Pablo Álvarez, interior derecho de los lucenses, será el sábado uno de los disponibles para Quique Setién
06 feb 2013 . Actualizado a las 13:29 h.Canta la hinchada del Lugo cada partido, que el día que les llegue la hora, quieren su cajón pintado de rojiblanco, como su corazón. Un jugador lucense representa ese sentimiento, con su músculo vital pintado a rayas rojas y blancas, las del conjunto del Ángel Carro y las del Sporting, que le dio la alternativa en el fútbol profesional. Es Pablo Álvarez, el tiburón.
Asturiano de nacimiento, lucense de crianza, Álvarez se perdió el partido de la primera vuelta, en El Molinón, por una lesión muscular. El sábado será uno de los disponibles para Quique Setién. «Para mí es un partido muy importante. Viví ocho años allí, el club confió en mí... En el Lugo entré con 9 años, y me formé como jugador y como persona. Muchos de mis amigos los mantengo de aquella época. Y con 17 años, no pensaba que podría dedicarme al fútbol. El Sporting me dio la oportunidad de ser profesional, y Gijón es mi casa. Pero el Lugo me ha dado una nueva opción para disfrutar del fútbol, y ha apostado por mí cuando nadie lo hacía».
Tres goles
Un corazón dividido por los mismos colores, pero con una idea clara para el sábado: «Ojalá pueda marcar y que ganemos. ¿Celebrar el gol? Haga lo que haga, será con todo el respeto para las dos aficiones». Este año ha movido la aleta de tiburón, celebración de sus goles que le ha dado su apelativo futbolístico, en tres ocasiones, ante el Las Palmas, Mirandés y el Barcelona B.
En su último año en el Sporting (temporada 2005-2006), sufrió una lesión de esas que marcan una carrera, fractura de tibia y peroné. «Me rompí la pierna contra el Lleida. Fue muy grave, y me siento muy orgulloso de haberla superado», dice el jugador, que en el curso siguiente ya militó en el Deportivo, al que perteneció hasta este verano.
Pablo es una voz autorizada para hablar de lo que sucede en el Sporting (de hecho tiene casa en Gijón), con una afición enfadada por los resultados del equipo. «Estuve allí muchos años, y tiene una dimensión enorme. Ha habido muchos cambios de entrenador... Quizás puedan estar presionados, y a ver si eso puede resultar favorable para nosotros. Puede pasar cualquier cosa», asiente.
Destaca de su rival a la gente de arriba, sobre todo a Trejo: «Marca las diferencias. Pero son todos buenos». Y da la receta del Lugo para triunfar: «Tenemos que ser fieles a lo que hacemos todo el año».