El juego céltico brilló en el primer tiempo para dejar paso a un fútbol al tran tran
18 may 2014 . Actualizado a las 12:28 h.Como si de la función de fin de curso se tratara, el Celta se plantó en Mestalla dispuesto a enseñar a su público lo que había aprendido con Luis Enrique durante los últimos nueve meses. Aunque no se jugaba nada, quería finalizar la temporada con un regusto dulce que homenajease al técnico al que dice adiós y a una afición que cerró filas en todo momento con el equipo. Por eso los célticos salieron a por el triunfo y expusieron lo mejor del repertorio en la primera mitad. Sin embargo, el empate valencianista y el paso por vestuarios no sentó nada bien al equipo, que fue claramente de más a menos hasta acabar bailando al ritmo que imponían los de Pizzi. Del fútbol vistoso de la primera parte no quedó rastro en la segunda.
El planteamiento
Jugar de memoria
El Celta ha recogido en este final de Liga los frutos del trabajo de toda una temporada, tanto en puntos, como en juego. Y ayer se comprobó en Mestalla en una primera mitad en la que los de Luis Enrique presumieron de colocación y sincronización. Como si de una coreografía perfectamente coordinada se tratase, combinaban, triangulaban, presionaban, encontraban espacios y conectaban su fútbol. Todo con el balón en los pies, puesto que los vigueses fueron los dueños del esférico. Jugaban de memoria ofreciendo una sensación de claridad de ideas futbolísticas e intensidad que se traducía en un juego atractivo y fructífero. Sin embargo, esa clarividencia fue menguando con el paso de los minutos y tras el descanso fue el Valencia el que impuso su ley. Los célticos se dejaron ir, bajaron revoluciones y se atascaron en la línea de tres cuartos para acabar cediendo una derrota que los privó del octavo puesto.
La defensa
Lunares el último día
La defensa céltica, que la pasada semana había aguantado los envites del Real Madrid, se despidió de la temporada con lunares en su actuación. Al igual que el resto del equipo, fue de más a menos para acabar achicando como podía las embestidas de un Valencia que hizo daño sobre todo por la banda de Aurtenetxe y que aprovechó a las mil maravillas el bajón de los vigueses, tanto en la presión, como en la intensidad y en la colocación sobre el césped. Para infortunio, el segundo tanto ché llegó tras tocar el esférico en Jonny.
El ataque
Entre Cádiz y Chile
Nadie podría poner en duda que Nolito y Orellana han acabado la temporada como los hombres más en forma del Celta. Ayer, en los primeros 45 minutos de partido, lo demostraron de nuevo. Cambios de ritmo, cambios de orientación, pases precisos y desborde fueron parte del recital ofensivo que brindaron, y que, al igual que el resto del fútbol céltico, fue mermando con los minutos. Mina, en punta en la primera mitad, dejó entrever que necesita seguir fogueándose, y Bermejo, en la segunda, se quedó sin el gol que habría premiado su dura temporada. Quién sabe si los minutos que ayer disputó el cántabro serán los últimos que juegue como celeste.