El cineasta madrileño recibe el galardón en el festival de San Sebastián con un discurso políticamente incorrecto
19 sep 2015 . Actualizado a las 16:13 h.El director Fernando Trueba ha recibido en el marco del Festival de San Sebastián el Premio Nacional de Cinematografía, con el que el Ministerio de Cultura distingue su trayectoria profesional y su contribución al éxito del séptimo arte español.
El ganador de un Oscar por Belle Époque, agradeció el galardón, que recibió de manos del ministro Íñigo Méndez de Vigo, y lo hizo con un discurso reivindicativo en el que empezó desgranando por qué lo primero que pensó es que no era la «persona indicada». «Y no es por modestia», apuntó en su regreso al festival que hace tres años lo coronó con la Concha de Plata por El artista y la modelo.
Según Trueba, que acaba de cumplir 60 años, los premios «hacen a la gente más débil, más tonta y más vieja», y por tanto le parecen hasta cierto punto «peligrosos». Pero la palabra que más conflicto le genera del galardón es «Nacional»: «Siempre he estado a favor de destruir las fronteras y jamás me he sentido español, ni cinco minutos de mi vida», afirmó.
«Culturalmente no tengo identidad, por mucho que me guste Cervantes, no me gusta más que Shakespeare, Diderot o Balzac, y lo mismo ocurre entre Velázquez y Rembrandt y no digamos en la música», dijo este apasionado del jazz. Una pasión que le valió una nueva nominación al Oscar con la película animada «Chico y Rita».
No obstante, reconoció con ironía que sí encuentra «cierto sentido» al verse en la tercera palabra, Cinematografía. Eso sí, reivindicó que frente a quienes defienden el origen sagrado del arte, éste es pornográfico. «Pensemos en las Venus del paleolítico o la literatura, qué sería de ella sin ese componente sexual», se preguntó.
Antes de terminar, y aprovechando la presencia del ministro, el realizador madrileño pidió al gobierno «libertad y protección».
«Muchas veces, el Estado castiga en lugar de crear espacios para la libertad y la creación», señaló. Por eso, él sueña «con un Instituto Nacional Audiovisual que no dependa del gobierno y unas televisiones públicas que lo sean de verdad».
Sus palabras fueron recibidas con un sonoro aplauso entre los congregados en el Museo de San Telmo antes de dar paso al ministro Méndez de Vigo. Éste calificó el cine de «antídoto contra la indiferencia», puso en valor el trabajo de los directores españoles y declaró «tolerancia cero» a la piratería.
Su visita fue mucho menos polémica que las de su predecesor, el también conservador José Ignacio Wert. Sin embargo, pese a insistir en la defensa del cine, no se quiso comprometer cuando los periodistas le preguntaron por la principal reivindicación del sector: la bajada del IVA cultural. «Lo haremos cuando podamos», declaró.
El Premio Nacional de Cinematografía lo concede el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del Ministerio de Cultura, y está dotado con 30.000 euros (34.000 dólares). Antes que el director de Belle Epoque o Two Much también lo recibieron cineastas como Carlos Saura, Álex de la Iglesia o Juan Antonio Bayona.