Mañana viernes se inaugura el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Será el único museo nacional en Galicia. Es una gran noticia para A Coruña: por lo que significa para la comunidad educativa y científica; porque impulsa el turismo, y porque nos otorga un nuevo valor diferenciador entre las grandes ciudades. Cuando se recorta en I+D+i, nosotros abrimos las puertas del más importante centro dedicado a ciencia y a tecnología. La inauguración del Muncyt, además, nos permite reflexionar sobre lo que ahora algunos definen con connotaciones negativas como «herencia recibida».
El Muncyt nace en A Coruña fruto del empeño del alcalde Paco Vázquez, que vio en este centro la culminación de una idea de ciudad sustentada sobre los pilares de la educación. A las infraestructuras y programas educativos sumó la gran red de museos científicos y el Muncyt suponía completar ese ambicioso proyecto reconocido en España. Su empeño encontró la receptividad de José Luis Rodríguez Zapatero, en un mitin electoral. Siendo presidente, cumplió su palabra. Salvador Fernández Moreda, entonces presidente de la Diputación, cedió el edificio, construido en el mandato anterior por iniciativa del entonces vicepresidente de la Diputación, el hoy diputado Antonio Erias. Con el proyecto perfectamente encarrilado, me correspondió como alcalde mantener encendida la llama y dar los pasos necesarios para concretar este compromiso a través de los Presupuestos del Estado. Negociaciones con ministros como Montilla, Clos, Sebastián y Garmendia, que se involucraron, junto a un equipo capitaneado por Ramón Núñez Centella.
Ahora toca abrir el museo. Es fruto del trabajo y esfuerzo, en distintas etapas y niveles, de dos alcaldes, un presidente de la Diputación, cuatro ministros y un presidente de España, todos del Partido Socialista. Hoy recogen esos frutos un presidente de la Diputación, un alcalde, un ministro y un presidente del Gobierno, todos del Partido Popular.
Quizás en este caso no hablen de «herencia recibida». Yo tampoco. Prefiero hablar de «relevos» con la mirada puesta en el horizonte. Entiendo que en momentos determinados se producen relevos. Y a quien le corresponde tomar el testigo, desde ese lugar del camino iniciado, debe avanzar hacía el futuro, con los aciertos y errores anteriores, pero con la obligación de gestionar el presente. Desde aquí, por todo ello, mi reconocimiento a quienes me precedieron por su brillante trabajo y mi deseo de éxitos para los que ahora gestionan. Todos legítimamente elegidos por sus vecinos.