El artista gallego expone este mes en el Colegio de Médicos
17 jun 2013 . Actualizado a las 07:04 h.Rafael Úbeda (A Cañiza, 1932) te gana de una sola pincelada. Como sus cuadros. Escucharlo es meterse en un parque de atracciones. Se le ve tan a gusto hablando de la vida como de la pintura o de la música, sus pasiones. Su historia es de película. Ha hecho de todo. Ha sido cartelista, ha vivido seis años en el suelo de un camerino teatral, ha cantado y hecho de tuno en la boda de Fabiola de Bélgica, a la quien compuso un pasodoble, y viajó a Madrid en el camión del pescado. No ha parado porque «en este oficio tienes que trabajar y trabajar, porque si paras se nota», dice. Tal promiscuidad se le sabe en todo el mundo. Hay o hubo pinturas de él en salas de medio planeta, desde Galilea a Roma, Florencia, Paris, Barcelona... Durante los últimos años, su tremendo fondo de armario fue suficiente para tener en danza por Europa adelante muestras individuales y colectivas. Es muralista, grabador y pintor con una carrera jalonada de grandes éxitos, pero «mal vendedor».
Este mes, algunas de sus obras se pueden ver en la espectacular sede del Colegio de Médicos en Riego de Agua. Su presidente, Luciano Vidán, junto a otros amigos, han querido que fuese una exposición de Úbeda la que inaugurase las nuevas instalaciones. «Cuando me lo pidieron contesté que sí de inmediato, pero no fue nada fácil», recuerda el artista. Y no fue sencillo montar la muestra porque este artista es de grandes cuadros y cuando los quiso colgar de la pared se encontró que no cabían. Así que lo cambió todo a ultimísima hora, quedándole como resultado «una obra producto de revolver por mi estudio que que los cuadros encajaran en una homogeneidad que no fue nada fácil».
Perfección
Frente a esas pinturas a uno le entran ganas de pegar el oído al lienzo a ver como suena. Porque sus cuadros se escuchan, sus trazos son notas musicales. Porque, según dice, no sabe hacer otra cosa que esa, que investigar, que buscar la perfección; eso que es imposible de lograr y crea cierta obsesión en el artista». Afirma que el pintor se pone ante el lienzo «con una idea preconcebida que es perfecta, pero a los dos días ya no te gusta». Recuerda que Picasso fue el único artista que le confesó lo contrario: «Yo lo que busco, lo encuentro». Úbeda reconoce que todavía, a sus 81 años, «anda buscando esa perfección».
rafael úbeda pintor