Es un misterio sin resolver y eso que muchos lo han intentado. Es la magia de África que anoche abarrotaba Ámbito Cultural, en El Corte Inglés. «Hay un personaje de Hemingway que se pregunta por qué todo el mundo se siente obligado a escribir sobre África después de viajar allí». Esto apuntaba el periodista de La Voz Carlos Agulló Leal en la presentación de su libro Addis Addis. Una crónica casi urbana de la capital de Etiopía en el umbral del 3º milenio (Sial-Pigmalión). «Yo no lo sé, porque tampoco quise escribir un libro sobre África», confesaba. Pero las razones estaban en la sala y tenían nombre propio: Anteneh, Kalab y Misiker, sus tres hijos, y Loreto, su mujer. Lo decía Agulló en el «agradecimiento a mis hijos porque el libro existe por ellos, sin ellos no hubiera habido libro». Los viajes a Adis Abeba para traer a los niños le permitieron conocer una ciudad que se está transformando rápidamente «y no le prestamos atención», decía. A través de unas imágenes, el autor mostró los grandes contrastes que se dan en la capital etíope y rechazó los viejos clichés sobre la situación del país.
Manuel Rivas destacó la «capacidade de resistencia desta xente, as voces baixas da Historia» y aludió a algunos de los once personajes a los que da voz Agulló en un libro que, apuntaba Rivas, «consigue o milagre das cousas ben feitas e recupera a condición dun lugar fondamente humano».
Para Basilio Rodríguez Cañada, editor de Sial, el autor «intenta comunicar a los demás una felicidad que se convierte en un canto de esperanza para un continente». Y otro editor, Eduardo Riestra, recorrió la literatura de ese continente. Mencionó a autores como Kapuscinski, «al que siempre hay que citar», y a Javier Reverte. Riestra apuntó que Carlos Agulló era continuador de estos autores y su libro «está muy bien escrito, es muy rápido, muy incisivo, entra dentro del corazón y del alma de Addis Abeba».
Uno de los personajes a los que da voz Agulló es la arquitecta Selam «es la historia do absoluto compromiso co seu país», destacaba Xosé Luis Vilela, director de La Voz de Galicia. También se refirió a la historia de un niño que se gana la vida en las calles de la capital etíope y llega a ser bailarín, «unha historia preciosa de resistencia». En su opinión, el libro es «un río de vidas que nos vai levando de sorpresa en sorpresa e consigue dúas cousas: que coñezamos Etiopía e despois de ler o libro digamos eu amo Etiopía».
Fue una mujer etíope que aparece en el libro, aunque con nombre ficticio, la que después de leer su relato dio la mejor explicación del mismo al decirle a Agulló que «entendía su país mejor que muchos etíopes».