La memoria perdida de Oza

Ana Lorenzo Fernández
ANA LORENZO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

cedida

La UDC recupera en una exposición la historia del Sanatorio Marítimo

30 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre los árboles y el mar permanece escondido uno de los rincones de la ciudad con más historia. Oza no solo tuvo Ayuntamiento propio, sino que en sus terrenos se levantaron construcciones tan importantes como uno de los primeros sanatorios marítimos de España, un fortín para evitar invasiones enemigas, o una iglesia en cuyo cementerio se dice que está enterrada la mismísima María Pita. La Universidade da Coruña (UDC) ha querido rendir su particular homenaje a esta esquina de la ciudad que ahora ocupa y, dentro de las actividades para celebrar el 25.º aniversario de la institución académica, ha organizado la exposición Pegadas da memoria, imaxes do Sanatorio Marítimo de Oza desde 1910 ata a súa transformación en campus universitario.

La muestra, que se inaugurará mañana (13.00 horas, Edificio Universitario de Oza), se estructura en once partes en las que se van recuperando los distintos capítulos de la historia de las construcciones y personas que habitaron este lugar. Francis Drake y sus tropas fueron unos de los primeros en pisarlo en el siglo XVI, dejando como recuerdo la capilla de Santa María de Oza totalmente calcinada. Para evitar nuevas invasiones, se construyó un fortín y un faro, que todavía se conservan en la actualidad. No tuvo tanta suerte el antiguo lazareto, que se levantó para tratar a los enfermos de cólera, y sobre cuyos cimientos se edificó el actual Hospital Marítimo de Oza.

Los primeros alumnos

Los estudiantes de la UDC no fueron los primeros en ocupar las aulas de Oza, puesto que entre 1910 y 1936 se construyeron varios inmuebles para acoger a niños procedentes de familias humildes que venían a pasar una temporada a la ciudad. Conocidas como las colonias escolares, por ellas pasaron miles de pequeños, que además de asistir a clase, disfrutaban jugando en la playa de Oza -que desapareció engullida por las instalaciones portuarias y luego fue sustituida por una artificial-, o jugando en los jardines que rodeaban los pabellones. Con el estallido de la Guerra Civil, estas instalaciones pasaron a formar parte del Sanatorio Marítimo de Oza destinado al tratamiento de enfermos con tuberculosis ósea y como preventorio infantil, hasta que en los años sesenta se convirtió en un hospital de crónicos.