Las fiestas arrancan con un abarrote

diana r. mata, X. G. A CORUÑA

A CORUÑA

Ana Belén y Víctor Manuel, con la fachada de San Jorge al fondo, durante el concierto que ofrecieron en María Pita.
Ana Belén y Víctor Manuel, con la fachada de San Jorge al fondo, durante el concierto que ofrecieron en María Pita. CÉSAR QUIAN< / span>

Diez mil personas vieron el concierto de Víctor Manuel y Ana Belén en su regreso a la ciudad

02 ago 2015 . Actualizado a las 14:12 h.

Cuatro décadas después de haberse conocido en A Coruña, Víctor Manuel y Ana Belén regresaron a la ciudad en la que nació su amor. No estuvieron solos, ni mucho menos,. Protección Civil cifró en diez mil los espectadores que abarrotaron la plaza de María Pita para disfrutar de un concierto de más de dos horas, en el que Victor y Ana presentaron temas de su nuevo disco, Canciones regaladas, sin olvidar sus grandes clásicos como La Puerta de Alcalá, con la que cerraron antes de los casi obligatorios bises que les pidió un público ya del todo entregado.

Estuvieron sus seguidores más fieles, los que se saben las canciones de memoria, muchos entrados ya en años. Pero en la congregación que acudió al concierto había de todo, no solo los que les disfrutaron ya hace años en vinilo. Las nuevas generaciones también lo dieron todo, especialmente cuando la pareja desenfundó en la segunda mitad del recital esas canciones que viven en la memoria de todos, como Derroche, cuyo estribillo fue coreado con mucho derroche de amor y no menos locura por un público que acabó celebrando La Puerta de Alcalá pegando saltos.

En los bises fue el turno de Contamíname, un beso apasionado al interpretar No sé por qué te quiero y, para terminar, La Banda.

Fue la guinda tras dos horas y media de espectáculo que comenzó con puntualidad británica a las 10.30 en punto, y que los dos artistas arrancaron con un «boas noites» y una confesión del «placer» que les supuso estar de vuelta después de «tantos años». Es «muy especial para nosotros», insistieron antes de interpretar su primer tema, El padre Antonio y el monaguillo Andrés, sacado de su nuevo disco. Ella y los músicos de blanco impoluto, él de chaqueta oscura, con la profesionalidad que demuestran la puntualidad y un sonido, quizá un poco bajo en algún momento, pero suave, nítido y sin estridencias; que les sirvió para arrancar una ovación tras otra.

Dejando la música en otra parte, algunos trabajadores municipales mostraron su sorpresa al encontrarse en los pasillos del ala de María Pita en la que se sitúan las oficinas de los grupos de la oposición, una especie de camerinos improvisados. con una nevera con bebidas y una mesa con cafés e infusiones. Al parecer, la premura de tiempo en la organización de las celebraciones impidió disponer de una instalación provisional -habitual en estos recitales al aire libre- para el concierto inaugural de los festejos de agosto.