Arrinconados

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

ANGEL MANSO

Soñamos con un modelo que permita pintar un mapa de conexiones competitivo, práctico, bien diseñado

07 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El domingo a primera hora de la tarde, el piloto del avión anunció que estábamos a punto de aterrizar en Alvedro, «con un tiempo estupendo y unos agradables 16 grados». Volvía de Madrid, donde la madrugada anterior, en pleno centro, los termómetros marcaban 10 grados. Agradables e inusuales para los primeros días de febrero.

El cielo de Madrid había sido una pura explosión azul, una primavera adelantada que tenía las calles llenas de gente con gafas de sol y ropa ligera. Un gentío, en realidad, que hace colas para entrar en una librería, para comer, para ver una exposición, para coger el metro. Para subir al avión en la puerta de embarque más alejada (o casi) de la Terminal 4.

Cuando comienza el descenso al aeropuerto, el cielo ya no es azul: todo está teñido de gris y los 16 grados que anunciaba el piloto parecen haber bajado de golpe. Sí que es agradable en realidad. Familiar. El bus tarda media hora. Una pareja decide no esperar y hacer cola en otro lado. «Vamos en taxi», dice él. Y se marchan a esperar unos metros más allá. No hay muchos, así que les toca aguardar también.

Solo son nubes, y nada hace presagiar que apenas unas horas después, despegar de Alvedro va a ser imposible. Aterrizar, también. La niebla siempre es actriz protagonista aquí. Apenas unas horas antes, en medio de la cena hablábamos de cómo los localismos hacen menos competitiva cualquier conexión con el norte. Y así empezamos el lunes, con los mismos vuelos que llegan de Madrid camino de otro aeropuerto, y los pasajeros en un bus, soñando con un modelo que permita pintar un mapa de conexiones competitivo, práctico, bien diseñado. Que no es lo mismo estar en un rincón del mundo que ser un rincón en el mundo.