Reino de Cordelia edita una amplia antología de las tiras que Andrés Meixide publica en La Voz desde hace 7 años
12 mar 2014 . Actualizado a las 11:10 h.Advertido por unos amigos gallegos, Jesús Egido empezó a seguir las tiras de Thom que el dibujante Andrés Meixide (Vigo, 1970) publica diariamente en las páginas de opinión de La Voz de Galicia. Enseguida supo que quería incorporarlas a la colección de tebeos que mantiene el sello Reino de Cordelia, del que es el máximo responsable. Llamó al autor y ambos se pusieron manos a la obra. Meixide -que califica la apuesta editorial de arriesgada- revisó y seleccionó las más de 4.000 tiras que componen la vida de Thom, un granjero estadounidense afincado en Galicia que tiene por empleado a Cholo (gorrino poco dado al trabajo), a los que acompañan dos personajes principales más: la vaca Carlota y el gallo portugués João (clara recreación del ave típica de Barcelos).
Esta peculiar familia nació en febrero del 2007 como tira, aunque antes había tenido otra vida en la revista de humor gráfico infantil Golfiño, donde ocupaban una historieta de una página. El giro fue radical, relata Meixide, de elaborar una narración para niños de ocho años pasó a hacer un breve relato para adultos. Aunque inicialmente la tira quedó ubicada en la sección de pasatiempos, el desafío fue grande: cambió el tipo de humor, el lenguaje e incluso la filosofía de los personajes. «Es cierto -apunta el autor- que La Voz siempre me ha dado libertad absoluta, no me obliga a ceñirme a la actualidad, y puedo alternar cosas cotidianas con reflexiones, opinión... En realidad, la tira se ha convertido en un cuaderno de bitácora de mi propia vida, una especie de blog».
Meixide utiliza a Thom y a Cholo para exponer sus pensamientos, sus dudas, su crítica. Por ello, fue clave recurrir a un neoyorquino plantado en una explotación rural gallega -en la parroquia de Randufe, Tui, donde el dibujante, también un urbanita, vivió cinco años- para, desde una desubicación total, analizar la realidad con una perspectiva más abierta, ingenua, desinhibida, desde la sorpresa de la que nace toda buena filosofía. «Si me hubiera ido a un desierto, mientras esperaba que me entregaran el piso, el protagonista hubiera sido un camello, y no un gorrino».
El caso es que este cerdo, Cholo, un empleado de granja desapegado al trabajo, irónico, resabiado, escéptico, que cuestiona cada planteamiento de su empleador, ha tenido un éxito notable, tanto que ha ido desplazando -y casi fagocitado- a Thom y ya lidera la tira con cómoda soltura. Meixide recuerda que a su admirado maestro el estadounidense Charles Schulz le pasó algo similar con Snoopy, que acabó haciéndose con los focos originalmente pensados para Carlitos Brown. Tras admitir que él es el primer sorprendido de la longevidad de su tira y elogiar «la valentía de La Voz por seguir apostando por un modelo de raíz norteamericana en franco retroceso en España», Meixide deja volar un deseo: «Ojalá yo esté los cincuenta años que estuvo Schulz en el periódico dando cuerda a sus maravillosas criaturas».
Solo lamenta que esos siete años de vida de Thom y sus muchachos se hayan solapado con la duración de la crisis y que eso haga parecer que se traslada un mensaje pesimista, negativo. «"Es una pena que no se rían nunca", me reprocharon los lectores más de una vez». Y aun así Meixide reconoce que, de no ser por ese feedback, llevaría el escepticismo mucho más lejos, porque el optimismo no va con su forma de ser: «Los haría incluso más radicales», dice, ya que él es más partidario del humor que hiela la sonrisa de El Roto que de dejar una ventana a la esperanza a lo Forges, aunque a ambos los tenga por referentes. De hecho, explica, esa respuesta lectora también condicionó que Cholo se haya ido haciendo con la batuta de las historias y relegando a Thom. Son procesos naturales, progresivos, ya que «el tiempo hace madurar la tira, como maduramos nosotros», aduce.
«En el mundo de Andrés Meixide tienen voz y opinión desde una mota de polvo hasta un gnomo de jardín o una croqueta quemada, y todos juntos crean un universo animista que se enfrenta al mundo real para apretarle las tuercas y reírse de todas sus injusticias y paradojas», elogian Gallego & Rey, que escribieron el prólogo de Thom.