Los árbitros insisten en que el jugador insultado debe asistir al colegiado
31 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.«Si alguien recibe insultos racistas en un campo de fútbol, lo primero que debe hacer es acudir al árbitro del partido, para que lo refleje en el acta». Es la primera recomendación del presidente del Comité Gallego de Árbitros de Fútbol, José Antonio Pérez Muíño. De este modo, el estamento arbitral responde a las palabras de Paolo Tabares, jugador jugador del Dorneda B, que denunció en La Voz los insultos racistas que sufre por parte de rivales y aficionados. Tabares comentó que «los árbitros podrían reflejar en el acta este tipo de incidentes. Ellos ven y escuchan prácticamente todo lo que ocurre en el campo, sin embargo, los insultos racistas nunca aparecen en el papel».
Pérez Muíño asegura que el Comité Gallego de Árbitros «está especialmente sensibilizado con este tema e insiste en su persecución», y recuerda que «si en un partido hay un episodio de insultos racistas, la obligación es reflejarlo en el acta o suspender el partido». «Si un jugador abandona el partido por esta causa, se recoge en el acta y se especifican los insultos proferidos. Si el futbolista no solicita que conste en acta, el árbitro no lo reflejará. Si el jugador no se siente afectado ni ofendido, no aparecerá reflejado», añade.
Sin embargo, explica que existen matices en función de la procedencia de los insultos. «Si es un futbolista o un miembro del equipo y no de la afición el que insulta a otro, se debe reflejar como conducta antideportiva que es, independientemente del contenido del insulto. El árbitro debe dar fe de lo que sucede en el campo, es un notario, y tomar medidas disciplinarias y técnicas para que después sean los comités correspondientes los que juzguen», aclara.
Erradicar racismo y violencia
El presidente de los árbitros gallegos asegura que nunca en su etapa en activo vivió un episodio racista y afirma: «Tampoco tengo conocimiento de que en el fútbol gallego se produzcan, a tenor de las actas que recibimos en el comité». Insiste en que «es un comportamiento que se intenta perseguir» y que «el jugador agredido no tiene que abandonar el campo por este motivo si no lo desea, sino advertir al árbitro de que lo refleje en el acta».
«Contra el racismo y contra las agresiones a los árbitros, de las que parece que ahora hay una plaga, se debe luchar con todas las fuerzas. No son comportamientos normales. Es algo que hay que erradicar. Todo lo que no sea deporte, no viene a cuento», concluye.