Carlos Alonso y Yago Iglesias llegaron ayer a Vigo tras dos semanas intentando salir de Arabia Saudí
04 ene 2013 . Actualizado a las 12:57 h.Tras dos semanas de pesadilla y 35 horas de aviones, aeropuertos y oficinas, el fisioterapeuta de Moaña Carlos Alonso y el preparador físico de Ribeira, Yago Iglesias, miembros del cuerpo técnico del Al Ittihad árabe, al fin están en casa. Con el cansancio reflejado en sus caras, pero con la sonrisa puesta por volver al hogar, aterrizaban ayer en Peinador en medio de familiares y amigos. Aseguran que han perdido la cuenta de cuándo comenzó el calvario, pero ahora lo que quieren es olvidarlo y mirar adelante. «Foi unha experiencia que che serve para o próximo destino. Dende o primeiro día iremos cunha actitude menos flexible», comenta Yago.
Durante los últimos días han afrontado como han podido la incertidumbre sobre su regreso a casa. «Era o máis duro. Estar avisando na casa cando vas saír, e ver que ese día non da chegado, era o peor», reconoce Yago. El viaje tampoco fue placentero. Tragaban saliva con cada aduana que se interponía en su camino por temor a que no estuviese todo correcto. Después de los últimos meses, su desconfianza es obligatoria.
Llegaron a Arabia Saudí en verano, y durante el primer mes y medio viajaron al extranjero sin problemas con su primer visado. Sin embargo, desde el club no renovaron su permiso ni se concretaba su contrato, por lo que hace dos semanas, cuando se preparaban para regresar a Galicia a pasar la Navidad, «démonos conta de que estabamos ilegais no país», detalla Yago. Comenzó entonces un sinfín de gestiones con el club y las autoridades que no dio sus frutos hasta el miércoles. «En principio saímos legais, a idea que nos plantexaron era dun visado en 24 horas para poder saír e non poder entrar noutros cinco anos. Saímos como se foramos apestados cando en realidade o que fomos facer alí é todo o contrario», añade Yago.
Atrás dejan un club del que guardan un recuerdo más bien amargo. Tuvieron una calma infinita y reclamaron una y otra vez la formalización de su contrato, pero la firma no llegaba. Fue en los últimos días, cuando se agotó su paciencia, cuando por fin estamparon la firma. El día 27 se concretó su contrato y el 28 lo rescindieron. «Nós decidimos marchar, a decisión de irnos foi nosa. De feito, dous días antes de asinar o contrato dixéronnos que nos querían por outros dous ou tres anos», aclaran. A nivel laboral su trabajo en el equipo de fútbol resultaba satisfactorio, pero desde el primer momento encontraron trabas. Impuntualidad en los pagos -aunque han cobrado todo-, contratos con cláusulas a medio cumplir y finalmente el asunto de los visados. Demasiados escollos para una aventura que, sin embargo, no será la última. «Se o día de mañá temos que volver fóra, iremos de novo», asegura Yago.