Mundial de balonmano: Otro éxito de «tirano» Rivera

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Valero Rivera vivió con enorme intensidad el Mundial.
Valero Rivera vivió con enorme intensidad el Mundial. LLUIS GENE< / span> Afp< / span>

El seleccionador español, que renovó el balonmano en los 90, destaca por el enorme sacrificio que exige a sus pupilos

28 ene 2013 . Actualizado a las 20:49 h.

«No entiendo el deporte sin velocidad». Valero Rivera (Zaragoza, 1953) explicaba así esa concepción del balonmano que le dio a su Barcelona todos los títulos en la década de los noventa. Con semejante premisa, el técnico armó un equipo sometido a estricta disciplina, infatigable, capaz del más exigente derroche físico incluso cuando la ventaja sobre el rival invitaba a levantar el pie. Una receta exportada, tres lustros después, a la selección que ayer no tuvo piedad de Dinamarca y mantuvo la misma intensidad inicial incluso con 18 goles de diferencia.

El camino hacia el último éxito del severo entrenador no ha sido precisamente sencillo. Cuando su amigo Juan de Dios Román fue nombrado presidente de la Federación Española de Balonmano y le llamó para volver a dirigir la selección (ya había ocupado el cargo en 1993), faltaban apenas un mes para el Mundial de Croacia. Tuvo que dar su primera lista al día siguiente de asumir el cargo y desde entonces la polémica le persiguió en cada convocatoria.

El aragonés no solo prepara jugadores. También los representa. Y el número de sus representados fue creciendo en cada cita internacional, al tiempo que viejos buques insignia de España iban desapareciendo de la nómina. Antes de cada torneo, Rivera debió responder a quienes le acusaban de favorecer intereses personales. El campeonato que ayer concluyó no fue una excepción, con Juanín García como ausencia más notable. El leonés estaba llamado a discutirle minutos al hijo del técnico (también extremo izquierdo), una situación impensable con el neófito Ariño.

Pésimo inicio en el cargo

El enorme éxito del combinado nacional, con el vástago del seleccionador entre los referentes, disfraza cualquier polémica, pero eso no siempre ha sido así. En el estreno del técnico en Croacia, el equipo cosechó la peor clasificación de su historia (puesto 13) y arreciaron las críticas. Se llegó a temer la renuncia de un hombre con poca paciencia, capaz de abandonar a su puesto de director general culé tras ser abucheado en el Palau. «Después de 36 años aquí no quiero vivir con la posibilidad de que me silben si no va bien», argumentó entonces.

Pero Valero Rivera optó por aguantar y los resultados fueron mejorando. El tercer puesto en el Mundial de Suecia no tuvo continuidad en los Juegos de Londres (Francia se cruzó en el camino), pero la mejoría era evidente. Una progresión confirmada ayer ante Dinamarca, donde el equipo de uno de los últimos renovadores del balonmano volvió a demostrar que el sacrificio no entiende de favoritismos.

valero rivera seleccionador español