Por segundo partido consecutivo, muy lejos de su mejor nivel, cedió el primer set, pero también remontó ante el eslovaco Klizan.
31 may 2013 . Actualizado a las 16:46 h.La mejor forma de hacer daño a Rafa Nadal en Roland Garros es ser agresivo. Así lo fue Daniel Brands en primera ronda y así comenzó Martin Klizan. Esa es la primera condición. La segunda, incontrolable para sus rivales, es toparse con un día como el que se encontró el eslovaco, con unas condiciones meteorológicas similares a las que tuvo Robin Soderling en su momento: nublado y muy húmedo, con la arcilla muy pesada. Todos esos condicionantes se dieron este viernes en contra del manacorense.
El problema es que el Klizan fue incapaz de aguantar ese nivel las casi tres horas de partido. Apenas consiguió mantenerlo en el primer set. Eso o que Nadal tardó un parcial en aclimatarse a la pista y al día. Desde luego, parte de la grandeza del siete veces campeón en París es esa: su increíble capacidad para dar la vuelta a partidos en los que juega mal pero que finalmente gana. Así sucedió en su debut en la capital francesa y también en su partido de segunda ronda, que acabó venciendo por 4-6, 6-3, 6-3 y 6-3. En tercera ronda le espera el italiano Fabio Fognini. «En un día como hoy no es fácil jugar», confesó el español al terminar su partido ante el eslovaco.
Después de que eljueves tuviese que ser cancelado el encuentro por la lluvia, cuando ya habían peloteado incluso, Rafa Nadal comenzó el duelo como el tiempo: muy frío. Ya sin lluvia, el día estaba gris y pesado, es decir, como no le gusta al balear. Por eso las bolas parecían balones de fútbol -la humedad provoca que las pelotas de tenis aumenten el pelo, su tamaño, y se vuelvan más lentas y pesadas-. Ese era uno de los motivos por los cuales la bola del manacorense llegaba mansa a la raqueta del eslovaco. Sus tiros apenas hacían sufrir a Klizan. Muy atrás en la pista y demasiado defensivo, Nadal era incapaz de imponer su juego. A eso había que añadirle que su rival estaba muy cómodo.
El partido avanzaba al ritmo del número 35 de la ATP. Se gustaba y gustaba a la grada. Sus paralelos mordían y su servicio no desentonaba.
Así se hizo con el primer parcial, gracias a un único 'break'. Pero en el segundo set algo cambió. De repente, Rafa Nadal, que había jugado francamente mal, subió un punto su nivel. No mucho, pero sí lo suficiente para encadenar cuatro juegos seguidos. Pese a que se dejó su servicio una vez por el camino, siguió tirando más profundo y empató el choque a un set.
Es difícil que un rival de Nadal en París aguante la intensidad que exige el exnúmero uno durante mucho tiempo. Klizan no pasará a la historia por ser uno de ellos. Vio cómo poco a poco sus tiros no hacían tanto daño y cómo la bola del de Manacor botaba más cerca de la línea de fondo.
Así es complicado. Tanto que se dejó por el camino otro set, en este caso el tercero, con idéntico resultado y parecido contexto.
Al comienzo del cuarto set, el partido ya era de Nadal. Ni los aficionados más escépticos con Rafa Nadal creían en una remontada del eslovaco. De hecho, parecía que ni el propio Klizan confiaba en ello. De ahí que fuese poco a poco desmoronándose, al mismo tiempo que el español jugó por momentos su mejor tenis del día. Siempre muy lejos de su mejor nivel. Pero cumplió su objetivo: venció. Y eso que dudó en la parte final del duelo.