La mejor España desata la euforia

Colpisa

DEPORTES

SRDJAN SUKI

La exhibición de juego de la selección en su debut en la Copa Confederaciones recordó momentos únicos vividos bajo el mando de Luis Aragonés

18 jun 2013 . Actualizado a las 00:55 h.

La selección española agotó los elogios. «Samba roja», «baile a los charrúas», «jogo bonito como patrimonio español», «dominio insultante» o «exhibición» en el inicio de la «conquista de un nuevo continente». La prensa nacional e internacional se mostró pródiga en elogios al debut en la Copa Confederaciones del combinado de Vicente del Bosque, que, a pesar del exiguo 2-1 que puede llamar a engaños, asombró al mundo en su estreno ante Uruguay. En el primer tiempo, ya que el final emborronó una obra maestra, la selección lo bordó. Ofreció un nivel jamás visto desde que el equipo que conducía Luis Aragonés hizo un canto al fútbol en la semifinal ante Rusia (0-3) de la Eurocopa del 2008. Aquella lección de Viena, con goles de Xavi, Güiza y Silva, se calificó como el partido perfecto.

Una España con Marcos Senna como único medio centro, del mismo modo que Busquets se sobró para ejercer en ese puesto ante los uruguayos, sometidos de tal forma que parecieron un grupo menor pese a ser cuartos en el Mundial de Sudáfrica y campeones de América. Con el actual seleccionador, no se recordaba algo semejante desde la final de la pasada Eurocopa ante Italia, con ese inapelable 4-0 de Kiev sellado con las firmas de Silva, Alba, Torres y Mata.

Las sensaciones de los uruguayos, siempre orgullosos pero esta vez rendidos a la evidencia, atestiguaban mejor que nadie la soberbia puesta en escena española. «El resultado pudo ser catastrófico para nuestros intereses. Antes del partido ya sabíamos de esta realidad. Si España golea a Italia o a Alemania, por qué no iba a hacerlo contra Uruguay», se preguntó Óscar Washington Tabárez. «El rival impone sus condiciones en el campo y está jugando un torneo que es una cuenta pendiente.

Solo les falta la Confederaciones en este momento de predominio en el mundo», apostilló el director técnico de la Celeste. «Nos dominaron completamente. Manejaron la pelota a su antojo y nosotros fuimos incapaces de agarrarla», sentenció Luis Suárez, autor del golazo de falta que maquilló la derrota de los sudamericanos. «A nadie le gusta perder, pero España es muy superior a todos», zanjó Forlán.

Son diversas las conclusiones que cabe extraer desde el análisis. La primera reside en el guardián de la portería. Discutible o no, Del Bosque cree en Iker Casillas porque entiende que a través del capitán comienza todo. Es un símbolo, más que un portero. Se sintió como un novato el mostoleño. «Fue una sorpresa jugar después de cinco meses sin actuar en un partido oficial. Me sentí como cuando debuté ante Suecia hace trece años. Aunque lleve 145 partidos, parecía nuevo. Reviví momentos inolvidables. Contento por el triunfo, por mis compañeros y por la selección. Ahora queremos seguir ganando», reflexionó el portero.

Lo de Busquets fue un caso excepcional. Nadie echó de menos en la selección española a Xabi Alonso ni pudo quejarse con argumentos sólidos de que Javi Martínez no fuera de la partida pese a su triplete bávaro. Alrededor del pivote catalán crecieron todos. Iniesta fue ovacionado por los brasileños y elegido el MVP del partido. «Nos vamos de Recife con un buen sabor de boca. Movimos bien el balón, aunque la humedad nos afectó un poco y bajamos el ritmo al final», concluyó el manchego, quien se queda con el «respeto importante» que la selección provoca en los rivales. Cesc se sintió feliz con libertad, jugando por delante pero no de falso nueve. Recordó al mejor Fábregas del Arsenal.

Había confesado Del Bosque que le faltaba un punta convincente y Soldado cuajó un partido completo. Marcó, buscó espacios y se asoció con sus compañeros. Jugó muy bien de espaldas, una virtud que exige este equipo. «Ser titular fue lo mejor para mí», explicó el delantero del Valencia, que peleaba por el puesto con Villa y Torres. «Demostramos que somos un equipo ganador y mi gol nos dio tranquilidad». Pedro abrió la lata y extendió su excelente racha goleadora. Ya son 11 dianas esta temporada con la selección, a tres de superar el récord que estableció Villa hace tres años. «Batir marcas nos ilusiona a todos pero lo fundamental es que el equipo gane y ayudar a los compañeros. Disfrutamos nosotros dentro del campo y los espectadores seguro que vieron un bonito espectáculo. Jugamos una primera parte maravillosa», reflexionó el tinerfeño.

Por encima de todo destaca el hambre que mostraron los jugadores de la selección española, como si jamás hubieran ganado nada y buscasen con desesperación su primer título. No es normal tanta voracidad en un equipo que ha encadenado dos europeos y un título universal. Del Bosque, empero, apeló a la cautela y reconoció que sus jugadores «echaron el freno con el 2-0» y acusaron el «calor y la humedad» reinantes. ¿El mejor primer tiempo bajo su dirección? «Un buen partido, jugado bajo unas condiciones muy exigentes. Llegamos un poco apremiados al final pero creo que debíamos haber vencido con más holgura». Y tras ganarse a la parroquia de Recife, la selección voló a Río de Janeiro. El jueves, a las 21.00 hora peninsular española, espera la exótica Tahití en el legendario Maracaná. El fútbol es un puro contraste.